TOLUCA. “Hay que saber 'chacharear' y no se aprende en un día”, dice Gustavo Reyes, quien defiende su oficio de una nueva legislación propuesta por el Partido Verde Ecologista Mexicano (PVEM), pues el mundo de la “chatarra” ha sido su vida desde niño y donde se sabe mover como un mercader.
Él, como otros recicladores de metal, compra el kilo de estos desechos entre 60 y 70 pesos para después obtener una ganancia adicional, ingreso que manejan con reserva. En el pueblo de Tlachaloya Primera Sección, la chatarra es “oro puro”. Una mina que les quieren cerrar.
Al interior de su local, ubicado en la avenida que va directo al centro de Tlachaloya, en la zona norte de Toluca, hay montañas de lo que sólo podría ser basura. Allí Gustavo y sus chalanes le sacan provecho y “desmenuzan” pieza por pieza. Para ellos es dinero que se recicla.
“No es fácil, por ejemplo éste (un electrodoméstico) adentro trae cobre, nosotros lo tenemos que cortar; también aluminio, es lo que lleva un horno de microondas”, explica.
RUTINA
Ayer el grupo de La Garra , como le dicen a Rubén Peña, otro de los recicladores, descansó y no salió a peregrinar para continuar su recolección. Optaron por no salir a “chacharear” porque el dos de noviembre es mala temporada y los gastos son de hasta de cuatro mil pesos en un viaje a Oaxaca o Michoacán.
“Nos vamos dos por camioneta, si somos más no sale”, dice el fierrero. “Viajamos unos 15 días, nos quedamos donde caiga, en una nave o en la camioneta”.
Los viajes son a la sierra de Oaxaca, Michoacán y Guerrero. Hay una ruta que corre desde Morelia, pasa por Ciudad Altamirano y llega a Acapulco, comenta Gustavo.
Cuentan que entrar a la sierra de Guerrero y Michoacán es una moneda al aire. El narco los extorsiona, les quita la mercancía o los desaparece. En el mejor de los casos retornan sin nada.
Dicen que en su adiestramiento son capaces de deshuesar un coche en un día, sólo utilizando hachas.
ACOPIO
En los cuatro metros cuadrados de local, donde apenas cabe la báscula y los jumbos (costales), está el “dinero reciclado”. En cajas de plástico se echa el cobre que sacan del cable y los motores de licuadora, el aluminio, zinc, estaño, fierro, bronce e incluso litio. El local es semejante a un museo de chatarra. Al fondo, sobre anaqueles, hay un sinfín de objetos de metal: medallas, cadenas, una colección de campanas y de copas.
“Esos se los compramos a los equipos de futbol”, dice Gustavo. Sobre la pared cuelgan unos fregaderos que se revenden, también un volante de un auto deportivo y un ventilador bañado en oro.
INICIATIVA
Este negocio estaría en riesgo de aprobarse una iniciativa de reforma a la Ley General de la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, la cual indica que las autoridades municipales y estatales deben encargarse de este proceso de reciclaje.
La reforma fue propuesta por el PVEM, aunque la Secretaría de Gobernación ha ofrecido abrir el diálogo.
De no ocurrir una contrarreforma, las entidades federativas tendrán las facultades para el manejo integral de los residuos como papel, cartón, pet, aluminio, bronce, así como metales ferrosos. “¡Ahora sí nos van a dar, como se dice vulgarmente, en toda la m...!”, reprocha La Garra .