Rusia reanudó el lunes la vida normal tras una semana no laboral decretada por las autoridades para frenar la propagación del coronavirus, pese a que el país registró en este periodo récords de contagios y decesos.
El presidente Vladimir Putin impuso vacaciones del 30 de octubre al 7 de noviembre para contener las infecciones de covid-19 en el país, el más enlutado de Europa.
En Moscú, como en gran parte de las otras ciudades rusas, esta medida supuso el cierre de cafés y restaurantes, centros deportivos, peluquerías y comercios no esenciales.
La mayoría de regiones decidieron no prolongar estas restricciones, y sólo algunas, entre ellas Nóvgorod (noroeste) o Tomsk (Siberia), optaron por ampliarlas una semana.
El sábado, el país registró otro récord de contagios diarios, con 41.335 nuevos casos en 24 horas. El jueves se estableció el récord de decesos diarios, 1.195, en pleno periodo de vacaciones.
Las autoridades rusas anunciaron este lunes 39.400 nuevos casos y 1.190 fallecimientos en las últimas 24 horas.
La rápida propagación del virus se debe en parte al bajo nivel de vacunación de la población, muy reticente a los inmunizantes locales.
Aunque Rusia dispone de varias vacunas desarrolladas en sus laboratorios, sólo 34% de los 144 millones de rusos están totalmente vacunados, según las estadísticas oficiales.
Desde el inicio de la pandemia, Rusia ha registrado 8.834.495 de casos de covid-19 y 248.004 muertes.
Según la agencia de estadísticas Rosstat, que contempla una definición más amplia de los decesos vinculados al virus, el balance total era de casi 450.000 decesos a finales de septiembre.