"Somos los siguientes". En Taiwán, la decisión china de imponer una severa ley sobre seguridad en Hong Kong multiplica el miedo de ver la isla y su democracia convertirse en el próximo objetivo de Pekín.
China comunista ha jurado recuperar algún día el control, por la fuerza si fuera necesario, de la isla donde los nacionalistas chinos se refugiaron tras su derrota ante los comunistas, al finalizar la guerra civil de 1949.
"Esta ley me hace detestar a China aún más", indicó a la AFP Sylvia Chang, estudiante de 18 años en el campus de la universidad Nacional de Taiwán. "Habían prometido a Hong Kong 50 años sin cambios, pero están imponiendo cada vez más su control", y teme que un futuro pueda ocurrir lo mismo con Taiwán.
China también ha propuesto a Taiwán beneficiarse del principio de "un país, dos sistemas" aplicado en Hong Kong después de la retrocesión en 1997, también con la promesa de garantizar durante 50 años cierta autonomía, con libertades desconocidas en el continente.
Oferta siempre rechazada por los dos principales partidos políticos taiwaneses. Y, la nueva ley eliminó la mínima confianza que podían brindarle aún a Pekín.
Temor a transitar por Hong Kong
Muchos temen ir a Hong Kong por temor a ser procesados por sus actividades en redes sociales.
La ley "muestra a China (...) aún más alejada del pueblo hongkonés, sin mencionar a aquellos que viven del otro lado del estrecho, en Taiwán", señaló a la AFP Alexander Huang, analista político.
Pekín ha intensificado su presión diplomática, económica y militar sobre la isla tras la elección como presidenta de Tsai ing-wen, del Partido Democrático Progresista (PDP), en 2016. Reelegida en enero, considera a Taiwán un Estado soberano y rechaza la visión de "una China única".
Taiwán "vigila con atención la aplicación de la ley", afirmó la presidenta este martes, advirtiendo que se adoptarán medidas en caso que provoque "el menor perjuicio" a la isla.
Con los años, sobre todo con el levantamiento del estado de emergencia en 1987, ha surgido una identidad taiwanesa diferente, y la presión de Pekín disgusta a sus 23 millones de habitantes.
De acuerdo a un sondeo universitario, el 67% de la población se autopercibe como taiwanesa y no taiwanesa-china. En 1992 los primeros eran sólo el 18%.
Taiwán es actualmente una de las democracias más progresistas de Asia. Los jóvenes desconfían del autoritarismo de Pekín. En las redes sociales circulan mensajes de apoyo al movimiento pro-democrático en Hong Kong, la independencia de Taiwán o denuncias de violaciones de los derechos humanos en Tíbet o Xinjiang.
La nueva ley permite al aparato de seguridad chino establecerse abiertamente en Hong Kong. Su artículo 38º dispone que delitos de seguridad nacional cometidos en el exterior, inclusive por extranjeros, puedan ser enjuiciados en China.
"Imperio celestial"
La policía de Hong Kong ha advertido que apoyar la independencia de Hong Kong, Taiwán, Tíbet y Xinjiang es ilegal.
La semana pasada, Chen Ming-tong, ministro de Asuntos continentales de Taiwán, acusó a Pekín de pretender convertirse en un "imperio celestial" de poder absoluto, imponiendo su ley a "personas en el mundo entero".
Lin Fei-fan, secretario general adjunto del PDP, advirtió a los taiwaneses que corren el riesgo de ser detenidos en "casos fraguados" a su paso por Hong Kong, citando a Lee Ming-che, empleado de una oenegé taiwanesa encarcelado en China desde 2017.
Para el periodista Sung Chen-en, la ley "crea gran incertidumbre sobre qué se puede decir" más allá de Hong Kong. "Si todo el mundo se restringe, ya no habrá más libertad".