El juicio contra los atentados de enero de 2015 en Francia continuó este miércoles con el testimonio de los supervivientes de la matanza en la redacción del semanario satírico "Charlie Hebdo", que aquejados de secuelas físicas y psicológicas, denunciaron la complacencia de las élites intelectuales.
Tras una primera audiencia este martes a los periodistas e ilustradores que presenciaron la tragedia, entre ellos Corinne Rey, conocida como Coco, quien carga aún con la culpa de haber abierto la puerta de la redacción a los terroristas, hoy fue el turno de Riss, el actual director, Simon Fieschi, exresponsable de la web, y Fabrice Nicolino, reportero.
En el orden del día aparecía también el periodista Philippe Lançon, que recibió balazos en la cara, el brazo derecho y la mano izquierda y convirtió su testimonio y la veintena de operaciones que requirió la reconstrucción de su mandíbula en un libro de éxito, "El colgajo".
Pero su abogado confirmó en la audiencia que su cliente prefiere mantenerse al margen de la mediatización y no se siente preparado para hacer frente a un nuevo testimonio en este proceso, iniciado el 2 de septiembre.
En este mediático juicio hay catorce acusados (tres de ellos huidos) por complicidad en esos ataques que mataron a 17 personas y hoy Fieschi y Nicolino pusieron rostro a la difícil tarea de los supervivientes: seguir adelante.
Fieschi, quien recibió dos balas, una de ellas en la columna vertebral, sigue una profunda reeducación para no perder la movilidad ganada en estos años. Pese a andar con muletas, el hombre, de 36 años, insistió en declarar de pie para denunciar "las consecuencias de las armas de guerra".
Nicolino, por su parte, increpó a las élites intelectuales de la izquierda por haber creado un clima que, según él, dio pie al atentado: "No los acuso directamente, pero participaron en la preparación psicológica de este ataque".
También con la ayuda de una muleta tras haber recibido dos balas en la pierna y una en la cadera, denunció el "totalitarismo" que supone el fundamentalismo islámico, criticó que los intelectuales se muestren "ciegos" al respecto y lamentó el abandono en el que se encuentra hoy de nuevo su revista, fuertemente vigilada y situada en un lugar secreto.