A lo largo del periodo presidencial que está por concluir, una de las acciones tomadas por parte del titular del poder ejecutivo ha estado asociada a pausar las relaciones con algún actor internacional, país, persona o entidad del extranjero. En este lapso, además de España, Canadá y otros casos similares, algunos representantes diplomáticos han sido una referencia ligada a una pausa, es decir, interrupción de los vínculos, pero no necesariamente oficiales. ¿Qué se quiere dar a entender con ello?
La gestión presidencial, si bien ha tenido diferentes pronunciamientos polémicos en la toma de decisiones, por lo menos en el caso de aquellos dirigidos hacia representantes de gobiernos extranjeros, ha sido clara acerca de que no debe haber una intromisión en los asuntos internos de México. Sin embargo, yendo más allá, ¿qué sentido tiene esto de hacer una pausa?
Puede significar muchas cosas, especialmente “enfriar una relación”, no exactamente con un gobierno extranjero, sino con algún representante de otro país. Precisando, la toma de decisiones en diferentes asuntos que son demasiado sensibles en la cotidianeidad nacional ha sido motivo para que, en alguna oportunidad, la opinión de los actores internacionales tenga notoriedad por las posibles afectaciones a sus connacionales.
La relación con los Estados Unidos, la más importante de México a lo largo de su historia, representa encuentros y desencuentros de más de 200 años. Entre comercio, inversiones y otras actividades económicas de relevancia, ¿debería anteponerse este sentido de pausa de los vínculos con algún representante internacional? Con todo ello, ¿a dónde nos lleva una pausa como la que se destina al embajador Kenneth Salazar? Con seguridad, a un distanciamiento, pero por la importancia de las relaciones bilaterales, debería, más bien, haber una continuidad estratégica.
*Profesor-investigador Universidad Anáhuac Querétaro