Con una danza tradicional y una espada en la mano, Donald Trump marcó con su primera visita al extranjero, a Arabia Saudita en 2017, la inquebrantable alianza que tendría su administración con las monarquías árabes del Golfo frente a Irán.
Más de tres años después, los dirigentes de esos países siguen apoyando a su imprevisible socio de Washington, que se presenta a un segundo mandato que, en principio, consolidaría el aislamiento de Irán e impulsaría a Israel como un potencial socio regional.
Los estrechos lazos que el empresario republicano tiene con los dirigentes del Golfo contrastan con las relaciones, más bien frías, que mantenía su predecesor, Barack Obama. El acuerdo sobre el programa nuclear iraní, defendido por este último, causó consternación en Arabia Saudita –gran rival de Teherán– y en algunos de sus vecinos.
"La histórica visita de mayo de 2017 [a Riad] marcó el inicio de una relación excepcional con un presidente estadounidense y abrió numerosas puertas", declaró a la AFP un responsable del Golfo, que pidió permanecer en el anonimato.
"Los dirigentes de aquí querrían, lógicamente, que esas puertas sigan abiertas, pero no son ciegos y se están preparando para otro escenario", la victoria del demócrata Joe Biden, agregó.
Como un héroe
Donald Trump fue recibido como un héroe en Riad, donde fue condecorado con la más alta distinción saudita, atacó a Irán y no dijo ni una palabra sobre la situación de los Derechos Humanos en el reino.
Su estrategia no convencional e impulsiva han transformado el panorama regional.
Retiró a su país del acuerdo sobre el programa nuclear iraní firmado en 2015, ordenó el asesinato del general iraní Qasem Soleimani en Irak, transfirió la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén y decidió reducir la presencia militar estadounidense en la región.
Delegó el dosier de Oriente Medio en su yerno, Jared Kushner, un novato en diplomacia que forjó relaciones personales con los mandatarios del Golfo, como el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salmán, apodado MBS.
Después del asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi, en octubre de 2018, del que MBS fue acusado de haber ordenado, la Casa Blanca bloqueó las resoluciones antisauditas del Congreso que trataban sobre el crimen.
"Yo lo salvé", declaró Trump, en alusión al príncipe heredero.
"Ha actuado de forma que las relaciones entre Estados Unidos y los países del Golfo estén más basadas en los lazos personales [...] que en las instituciones", consideró Randa Slim, directora de la sección de resolución de conflictos en el Middle East Institute de Washington.
"Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos comparten la sensación de que la administración Obama abandonó a sus aliados tradicionales del Golfo", recordó Elham Fakhro, especialista en el Golfo del International Crisis Group.
"Arabia Saudita mejoró considerablemente sus relaciones con la administración Trump, en parte gracias a la decisión de esta última de imponer la campaña de presión máxima" a Irán y a su sector petrolero, subrayó.
"Baile difícil"
Además, Trump marcó un hito importante al patrocinar los acuerdos de normalización entre Emiratos e Israel y entre Baréin e Israel, firmados el 15 de septiembre en la Casa Blanca.
Estos acuerdos, que dieron a Israel un punto de apoyo sin precedentes en el Golfo, fueron vistos por los analistas como un impulso para Trump para un segundo mandato.
Riad y Abu Dabi están preocupados por el posible "levantamiento de sanciones contra Irán" que podría producirse si los demócratas ganaran los comicios, según Fakhro.
Además, el presidente Trump está "más dispuesto a que las ventas de armas a esos Estados se hagan rápidamente" y es poco probable que una administración de Joe Biden haga lo mismo, señaló.
Sin embargo, el Golfo se va preparando a un eventual retorno de los demócratas al poder, que podrían volver a traer a Irán a la mesa de negociaciones y adoptar una retórica más voluntarista sobre los Derechos Humanos.
Randa Slim no descarta que las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita se "congelen profundamente" si Biden resulta vencedor y si MBS continúa siendo príncipe heredero o si se convierte en rey.
"Esto sería difícil para los sauditas pero, a fin de cuentas, deberían adaptarse", declaró James Dorsey, experto en Oriente Medio. "Será un baile difícil", según él.