El presidente bielorruso se mostró implacable este lunes hacia sus detractores, un año después de su discutida reelección y la represión de un importante movimiento de protesta que condujo a miles a la prisión o el exilio.
En un encuentro anual con la prensa y los dignatarios del régimen, bautizado como "gran debate", Alexander Lukashenko proclamó una vez más su victoria en una elección "totalmente transparente" ante una oposición que preparaba un "golpe de Estado".
"El año no fue fácil", dijo en referencia a las protestas que, en su opinión, representaban "una amenaza para la unidad nacional".
"Los unos (el régimen, ndlr) preparaban elecciones justas y honestas, los otros llamaban a golpear a las autoridades, a un golpe de Estado", insistió en un discurso desordenado.
Lukashenko negó que su país estuviera implicado en la sospechosa muerte de Vitali Shishov, disidente exiliado que fue encontrado ahorcado en Ucrania.
"Shishov, pero, ¿quién es él para mí o para Bielorrusia? (...) No es nadie para nosotros, ¿quién será que fue a ahorcarlo?", lanzó Lukashenko durante su conferencia de prensa anual.
La campaña electoral de 2020 fue testigo de una movilización inesperada de la sociedad bielorrusa alrededor de una candidata sorpresa, Svetlana Tijanóvskaya, que reemplazó sobre la marcha a su marido encarcelado y consiguió aunar todas las corrientes opositoras.
Pero tras la votación de 9 de agosto, Lukashenko fue proclamado vencedor con más del 80% de los votos, un resultado cuestionado que despertó un movimiento de protesta inaudito en esta antigua república soviética dirigida por él desde 1994.
Tijanóvskaya tuvo que exiliarse y es recibida en el extranjero por numerosos dirigentes occidentales, entre ellos el estadounidense Joe Biden en julio.
Meses de importantes manifestaciones no llevaron al diálogo al régimen, que respondió encarcelando miles de personas y arrestando o mandando al exilio a las principales figuras opositoras.
En 2021, la represión se aceleró a pesar de las crecientes sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos contra el régimen.
La mayoría de medios independientes y oenegés fueron cerradas. Y la mayoría de aerolíneas evitan su espacio aéreo después de que el régimen fuera acusado de desviar en mayo un vuelo comercial para detener a un disidente.
El régimen se vio salpicado por las acusaciones de querer repatriar forzadamente de Tokio a una atleta olímpica, que criticó a sus entrenadores, y de la muerte del disidente exiliado Vitali Shishov, encontrado ahorcado en Kiev.
"No es nadie para nosotros", desmintió en su discurso Lukashenko, que también acusó a la velocista Krystsina Tsimanóuskaya de estar "teledirigida por sus amigos polacos", que le otorgaron un visado humanitario.
"Nunca nos arrodillaremos"
El presidente acusa a sus detractores de ser cómplices de Occidente, que querría derrocarle para debilitar a Rusia y su presidente Vladimir Putin, principal aliado de Minsk.
"Nunca nos arrodillaremos", exclamó este lunes Lukashenko, denunciando las sanciones europeas y estadounidenses.
En Minsk, la continua represión sofocó a los críticos. Ahora no queda rastro de las manifestaciones con decenas de miles de personas que protestaban cada domingo hace menos de un año.
Para conmemorar el primer aniversarió de las protestas, los bielorrusos protestaron en el extranjero, especialmente en Polonia o Ucrania, exilio de numerosos refugiados.
La diplomacia de la UE saludó el domingo al pueblo bielorruso "que se levantó con coraje en nombre del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales".
También denunció "la represión bien orquestrada y la campaña de intimidación" del régimen que llevó a "miles de ciudadanos de todos los estratos sociales a morir en circunstancias oscuras, ser detenidos o verse forzados a dejar el país".