Las 279 adolescentes secuestradas el viernes en un internado de Jangebe, en el noroeste de Nigeria, fueron liberadas y se encontraban este martes en la sede del gobierno del estado de Zamfara, donde se celebró una ceremonia en su honor.
"Damos gracias a Dios por haberos devuelto con nosotros", declaró el gobernador de Zamfara, Bello Matawalle, ante las 279 adolescentes, liberadas esta noche tras cuatro días secuestradas.
"Son 279 y ninguna otra está ausente", aseguró el gobernador.
Inicialmente, las autoridades aseguraron que faltaban 317 chicas tras el ataque de un grupo de hombres armados contra este internado.
Las jóvenes, de entre 12 y 16 años, visiblemente cansadas, llegaron el martes por la mañana en varios minibuses a Gusau (capital de Zamfara), señaló un periodista de AFP.
Las autoridades las reunieron en un auditorio y les entregaron ropa limpia y un hiyab (velo que cubre el cabello y el pecho) de color celeste.
Luego, en presencia de periodistas y fotógrafos, las muchachas se pusieron de pie para cantar el himno nacional nigeriano.
"Nos hicieron caminar durante horas", explicó, durante la ceremonia, Hafsat Umar Anka, una de las chicas secuestradas. "A algunas de nosotras nos dolían tanto las piernas que tuvimos que llevarlas".
Las condiciones en las que fueron retenidas fueron totalmente atroces, prosiguió, y los secuestradores amenazaron con matarlas si intentaban escapar.
El presidente Muhammadu Buhari expresó su "inmensa alegría" tras liberación de las chicas. "Me uno a las familias y al pueblo de Zamfara para recibir y celebrar el retorno de estas alumnas traumatizadas", dijo, en un comunicado.
Buhari ha prometido poner fin al conflicto que castiga al norte del país, pero la situación se deteriora cada día. El martes por la mañana, una base de la ONU y un campamento militar fueron blanco de un ataque de milicianos de un grupo yihadista vinculado al Estado Islámico (EI).
Las escuelas, nuevo objetivo
El rapto de las alumnas de Zamfara es el cuarto ataque contra escuelas en menos de tres meses en el noroeste de Nigeria, donde desde hace una década los grupos criminales, llamados "bandidos", multiplican los robos de ganado y practican los secuestros para pedir rescate.
En general estos criminales atacan a figuras públicas o a viajeros en las carreteras, pero en los últimos meses, las escuelas parecen haberse convertido en un objetivo más lucrativo.
Las autoridades de Zamfara están acostumbradas a tratar con estos grupos, con los que desde hace más de un año negocian una amnistía a cambio de la entrega de sus armas.
Son justamente las autoridades del estado de Zamfara las que negociaron la liberación en diciembre pasado de 344 chicos que fueron secuestrados en un internado del estado vecino de Katsina.
Después de cada liberación, las autoridades niegan que hayan pagado rescate, pero los expertos en seguridad no lo creen y temen que estas prácticas fomenten los secuestros en estas regiones inseguras minadas por la extrema pobreza.
Esta vez, el gobernador explicó que criminales "arrepentidos" habían servido de intermediarios en las negociaciones y desmintió haber pagado un rescate.
Este nuevo secuestro masivo reavivó el recuerdo del rapto de Chibok en 2014, cuando el grupo yihadista Boko Haram secuestró a 276 estudiantes, un hecho que suscitó la indignación mundial.
Más de un centenar de las chicas siguen desparecidas y nadie sabe cuántas sobrevivieron.
Pobreza e inseguridad
Pero estos dos secuestros son diferentes: los criminales actúan por el dinero y no por razones ideológicas, pese a que algunos han tejido lazos con los grupos yihadistas en el norte.
Estos organizaciones criminales atraen cada vez a más jóvenes desempleados de estas regiones donde más del 80% de los habitantes vive en extrema pobreza.
Algunos de estos grupos tienen cientos de combatientes, otros solo unas pocas decenas.
Esta violencia criminal causó desde 2011 la muerte de más de 8.000 personas y el desplazamiento de más de 200.000 personas, según un informe de International Crisis Group (ICG) publicado en mayo de 2020.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (HCR) dijo el martes en un comunicado estar "alarmada ante el aumento de la violencia en el noroeste de Nigeria".
"Por miedo a los grupos armados y a la violencia entre comunidades, más de 7.660 refugiados nigerianos fueron a Maradi", en el vecino Níger, desde principios de año, llevando a 77.000 las personas desplazadas a esta región procedentes de los estados nigerianos de Katsina, Sokoto y Zamfara.