El Papa Francisco advirtió que una boda “no es sólo un evento social”, indicó que exige ser consciente, lamentó la falta de acompañamiento que tienen muchas parejas en la Iglesia, y pidió “brindar apoyo” a quienes desean realizar un proceso de nulidad de matrimonio.
El pontífice presentó sus consideraciones durante una audiencia con participantes en el curso de formación promovido por la Diócesis de Roma y el Tribunal de la Rota Romana dedicado al tema “Matrimonio y familia”, en la Basílica San Juan de Letrán de la capital italiana.
Entre otras cosas, Francisco señaló que el matrimonio “requiere una adecuada preparación y una consciente celebración”, que exige a los esposos una elección madura, que manifieste la voluntad de construir juntos algo que “jamás deberá ser traicionado o abandonado”.
Más adelante constató que, muchas veces, la raíz última de las problemáticas que salen a la luz, tras la celebración del sacramento nupcial, no depende sólo en una inmadurez escondida y remota que explota de repente.
El Papa indicó que, sobre todo, los problemas muestran una debilidad de la fe cristiana y una falta de acompañamiento eclesial, por la soledad en la cual son dejados a menudo los neocónyuges tras la celebración del matrimonio.
“Solamente puestos ante la cotidianidad de la vida juntos, que llama a los esposos a crecer en un camino de donación y de sacrificio, algunos se dan cuenta de no haber comprendido plenamente lo que iban a iniciar”, aseveró.
Según el pontífice, es entonces cuando los esposos “se descubren inadecuados”, sobre todo ante las consecuencias concretas del matrimonio cristiano, que exige indisolubilidad del vínculo, apertura a transmitir el don de la vida y fidelidad.
Por eso, llamó a conducir iniciativas para acompañar a los futuros esposos, con entrevistas personales, retiros y charlas; porque cuanto más profunda y amplia será la preparación, más las jóvenes parejas desarrollarán “anticuerpos” para afrontar los inevitables momentos de dificultad y de cansancio de la vida familiar.
Pero, el Papa hizo una significativa recomendación, aquellos que caen en cuenta que su unión “no es un verdadero matrimonio sacramental y quieren salir de esta situación”, deben recibir el “necesario apoyo” de los obispos, los sacerdotes y los agentes de pastoral.
Esa ayuda, apuntó, no debe circunscribirse sólo a la comunicación de las normas jurídicas sino, ante todo, debe manifestar una actitud de escucha y comprensión.