PARIS, Francia – Unas 40.000 personas desfilaron ayer pacíficamente en el centro de París para protestar contra el programa de reformas que aplica el presidente Emmanuel Macron desde su llegada al poder, hace exactamente un año.
La marcha, que comenzó con un picnic gigante en la Plaza de la Ópera, fue protegida por 2.000 efectivos de las fuerzas de seguridad—incluidos los cuerpos antidisturbios—y un servicio de orden de 150 personas. Ese enorme dispositivo de seguridad estuvo esencialmente destinado a evitar que se reprodujeran los graves incidentes registrados en la manifestación del 1° de mayo en París, protagonizados por grupos violentos de extrema izquierda identificados como integrantes del black bloc.
Los manifestantes marcharon en columna en un ambiente festivo, con fuerte participación de grupos familiares, que muchos definieron como “festivo” o “carnavalesco”. Mezclados en la columna había cuatro carrozas con enormes muñecos con caretas grotescas de Macron que lo personifican como Drácula, Júpiter, Napoleón o el "presidente de los ricos".
El objetivo de esa forma de reprobación era ridiculizar a un presidente que, según los manifestantes, pretende encarnar un ejercicio del poder autoritario.
Los organizadores reivindicaron 160.000 participantes, pero la policía contabilizó solo 40.000. El gabinete independiente Occurence—creado por iniciativa de varios medios de prensa—calculó, por su parte, que la asistencia había sido de 38.900 personas.
La protesta fue organizada por el diputado François Ruffin, miembro del movimiento de extrema izquierda Francia Insumisa, que dirige Jean-Luc Melenchon. La protesta, sin embargo, no contó con la adhesión de las centrales sindicales, ni de los estudiantes universitarios—en conflicto desde hace meses—ni tampoco de los ferroviarios, que desde hace cinco semanas paralizan los servicios de trenes con un sistema de huelgas “perladas” de dos días de paro cada tres de actividad.
En un breve discurso, pronunciado desde la parte superior de un autobús, Mélenchon condenó los disturbios de la manifestación del 1° de mayo, que “no nos lleva a ninguna parte", pero criticó la “violencia verbal” de Macron.
Esta “primera etapa” de la “lucha popular” contra la política de Macron será seguida el 26 de mayo por una nueva jornada de protestas, que cuenta con el apoyo de sindicatos, partidos de izquierda y movimientos sociales. "Está en camino un nuevo ciclo de movilización", aseguró Mélenchon.
Después de marchar 10 km hasta la Plaza de la Bastilla, la jornada de protesta culminó con un concierto ese lugar emblemático que tradicionalmente acoge las manifestaciones y las celebraciones de la izquierda.