Todos los detenidos en las cárceles federales de Estados Unidos, casi 170.000 personas, fueron puestos en confinamiento solitario el miércoles durante al menos dos semanas, para evitar un brote de coronavirus en estos lugares cerrados que generan preocupación.
La pandemia de COVID-19 se ha acelerado en los 122 establecimientos federales, donde 57 prisioneros y 37 guardias están infectados, según el último recuento de la Agencia Federal de Prisiones.
Un hombre de 49 años, que cumplía una condena por tráfico de drogas en un centro penitenciario de Luisiana, murió el sábado y se convirtió en el primer detenido víctima de la enfermedad.
El miércoles se registró otra muerte en el mismo establecimiento, ubicado en Oakdale, en el sur de los Estados Unidos: un hombre de 43 años con problemas de salud murió después de ser trasladado a un hospital, se informó.
Hasta ahora, solo los reclusos que habían estado en contacto con personas infectadas estaban en cuarentena. La mayoría de las visitas y transferencias también habían sido suspendidas.
Pero el miércoles las medidas se endurecieron: "Durante un período de 14 días, los internos de cada establecimiento permanecerán en sus celdas o habitaciones para frenar la propagación del virus", informó la Agencia Federal de Prisiones en un comunicado.
Este tipo de medida solo suele implementarse ante motines. "La modificación de nuestro plan de acción se basa en preocupaciones de salud, no en disturbios causados por los detenidos", aclaró la oficina.
Los defensores de los derechos humanos criticaron fuertemente la medida. "Ser puesto en confinamiento solitario no es una solución. Ser puesto en confinamiento solitario es tortura", dijo en Twitter Scott Hechinger, abogado de detenidos en Nueva York.
Medidas similares han provocado disturbios mortales en cárceles de Italia o Jordania y fugas en Venezuela o Brasil.
Desde el comienzo de la pandemia, que ya ha infectado a más de 190.000 personas y deja 4.100 muertos en Estados Unidos, varias voces han pedido descongestionar las cárceles en el país, que tiene la mayor población carcelaria del mundo.
Más de 2,2 millones de personas están tras las rejas en Estados Unidos, la gran mayoría en centros penitenciarios estatales o centros de detención locales.
El secretario de Justicia, Bill Barr, dijo el jueves que estaba a favor del arresto domiciliario para las personas más vulnerables detenidas en las cárceles federales, especialmente los más viejos y los que estaban por concluir sus sentencias.
Las autoridades locales en California y Nueva Jersey han liberado a cientos de detenidos bajo fianza.
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