Las autoridades del Kurdistán iraquí decretaron un toque de queda de 48 horas para intentar frenar la epidemia del coronavirus, dejando la ciudadela de Erbil desierta y los edificios de oficinas vacíos.
El viernes a medianoche, se impuso en las dos grandes provincias kurdas del norte de Irak un toque de queda.
"La circulación está prohibida, la gente tiene que quedarse en casa (...) para que los equipos médicos puedan hacer su trabajo" de desinfección, anunció en un comunicado el ministerio del Interior de la región, autónoma desde 1991.
Hasta la fecha, Irak registró 10 muertos por el nuevo coronavirus y 93 contagios. Entre ellos figura un imán de 70 años, que visitaba mezquitas y fieles, fallecido en Solimania, la segunda ciudad del Kurdistán iraquí. En total, 28 personas fueron infectadas en la región.
A Solimania, hombres con trajes de protección desinfectaban el sábado las calles. En otras zonas, los militares ordenaban a los conductores a volver a sus casas, y solo se veían circular ambulancias y vehículos de la defensa civil.
La epidemia del COVID-19 preocupa especialmente a los iraquíes porque golpea duramente al vecino Irán, donde ya hay más de 600 muertos y 12.000 contagios.
Kurdistán comparte cientos de kilómetros de frontera con la República Islámica, así como numerosos puestos fronterizos para bienes y personas. También existen incontables lugares de paso informales donde circulan viajeros, peregrinos, empresarios y comerciantes.
Las fiestas del Año Nuevo persa caen este año del 19 de marzo al 3 de abril y normalmente se celebran en la zona montañosa del norte iraquí. Este año, las autoridades podrían prohibir las concentraciones multitudinarias, sobre todo porque hay muchos kurdos iraníes que vienen para los festejos.
En el resto de Irak no se decretó ningún toque de queda, pero los no residentes no pueden acceder a las provincias. La mayoría de los vuelos hacia Irak han sido anulados y las escuelas, los cines y los centros comerciales están cerrados.