Si bien, las sanciones impuestas a Rusia, debido a la invasión de Ucrania, afectaron su economía, el gobierno de Moscú ha evitado un colapso. La venta por la exportación de petróleo y gas le han dado los recursos financieros suficientes para resistir las medidas de bloqueo.
Sin embargo, varios países europeos, sobre todo los más dependientes de las fuentes de energía rusas, han visto afectada su economía, principalmente por el alza en los precios de los hidrocarburos y por la instrumentación de estrategias comerciales hechas por terceros países, como es el caso de la India.
A principios de junio, diversos medios de noticias informaron que India compra petróleo ruso, lo refina y vende los derivados obtenidos con precios más altos que si fueran procesados en refinerías europeas. Esta práctica encarece la gasolina, el diésel, etc., e impulsa la inflación en el viejo continente.
La situación antes descrita toma mayor relevancia en el contexto de la aprobación, el pasado 3 de junio, del sexto paquete de sanciones que impondrá la Unión Europea (UE), el cual incluye un embargo petrolero. Se espera que los miembros de la UE eliminen, en seis meses, las importaciones de crudo y en ocho meses la compra de refinados. El objetivo es reducir, en casi 90%, la comercialización del petróleo ruso dentro del territorio de la UE, para finales de este 2022.
No obstante, el petróleo transportado por oleoductos no está dentro del embargo, situación pedida y concedida a Hungría. Por su parte, a Bulgaria y Croacia también se les concedieron exenciones a las importaciones de petróleo vía marítima. Queda la duda si se podrán cumplir las metas antes citadas. Las prácticas de la India pueden ser replicadas por otros países y los ciudadanos europeos tendrán que pagar los sobreprecios. Al final, son esos ciudadanos quienes sufren y sufrirán el impacto de las sanciones económicas. ¿Ese sería el objetivo de las sanciones?, evidentemente no.
*Profesor de la Escuela de Cienciaas Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey Campus Querétaro.