El sismo que se registró a las 13:14:40 horas el pasado 19 deseptiembre volvió a abrir la herida que dejó el terremoto de1985. A un mes de la tragedia, los mexicanos intentan volver a susactividades entre el miedo y la incertidumbre.
Un total de 369 personas fallecieron en el país; miles deescuelas, viviendas y edificios resultaron severamente dañados enla capital mexicana y en el Estado de México, Puebla, Morelos,Chiapas, Tlaxcala y Oaxaca.
El dolor permanece entre todos los mexicanos, pero más enaquellos que no sólo perdieron el patrimonio que les costó añosconstruir, sino también a sus familiares.
La colonia Condesa, caracterizada por el glamur, hora vive bajóel temor, la tristeza y el éxodo de aquellos que perdieron suhogar y quienes buscan un lugar más seguro para vivir.
Muchas personas que sus edificios y viviendas colapsaron, hoyviven con familiares, carpas o casas de campaña a la intemperie;hay otros que también viven a las afueras de sus inmueblesseveramente dañados, en espera de una respuesta por parte de lasautoridades.
Poco a poco intenta volver a la normalidad el país, sobre todoen los estados afectados por el sismo, mientras avanza lareconstrucción, una tarea que sin duda llevará mucho tiempo.
El pasado 19 de septiembre, Oaxaca ya estaba en emergencia porel terremoto que ocurrió el 7 del mismo mes; este sismo vino aaumentar la tragedia en aquellos que ya lo habían perdidotodo.
En el Istmo de Tehuantepec, la emergencia no ha terminado, loshabitantes que perdieron sus casas pasan las noches bajo la luz dela luna y, a veces, con fuertes lluvias que inundan los espaciosque han acondicionado para vivir.
Hace un mes, el caso que más llamó la atención en la Ciudadde México fue el Colegio Enrique Rébsamen, donde 26 personasfallecieron, 19 niños y seis adultos.
Desde los primero minutos de la tragedia que volvió a marcar alpaís, la solidaridad se hizo presente: los primero en organizarsefueron los millennials, a quienes se les consideraba apáticos alos problemas del país y sólo se manifestaban a través de lasredes sociales.
Mientras la Ciudad de México era un caos por aquellos queintentaban llegar a su casa, otros se sumaban a las labores derescate y en la colecta: "Necesitamos agua, palas, picos", seescuchaba en colonias Roma, Condesa y Del Valle.
Poco a poco la gente se iba sumando y así cayó la noche; laslabores no pararon, continuaban las vallas humanas para retirarescombro por escombro hasta tener señales de vida en los edificioscolapsados.
En el Estado de México, Puebla y Morelos, el escenario fuesimilar, aunque por la lejanía la ayuda tardó un más enllegar.
Ahora los estudiantes están volviendo a clases, los empleadosregresan a sus oficinas y las calles intentan cobrar la mismaalegría que antes del sismo; sin embargo, todavía expresan elmiedo ante otro movimiento telúrico que vuelva a devastar alpaís.