Entre clavos, cemento, tabiques, andamios y martillos, el señor Florentino Carranza Pérez ha pasado los últimos 30 años de su vida, dedicando su tiempo y esfuerzo a la realización de obras, y este 3 de mayo, con alegría festeja el Día del Albañil.
En entrevista comentó que nació en el Estado de México, y uno de sus hermanos fue quien le enseñó este oficio, de donde ha sostenido a sus seis hijos, de los cuales uno trabaja con él en las obras para las que lo contratan.
Dijo que empezó a hacer trabajos en muros desde los 15 años, ya que había que ayudar con los gastos de su hogar, y así poco a poco le fue tomando cariño a este trabajo que le ha dado grandes satisfacciones, y que en ocasiones, dice, le va mejor que en un trabajo en la industria.
Expresó que un aspecto que se debería tomar en cuenta para quienes se dedican a esta actividad, es que la parte patronal los integre al Seguro Social, ya que en espacios se exponen a diferentes riesgos, que no los cubren estas instancias, además de no generar historial para hacerse de algún patrimonio.
Para la celebración de este 3 de mayo, comentó que participará en la peregrinación que va de avenida Paseo Central hasta llegar a la parroquia, en donde llevará su cruz de madera adornada con flores para colocarla posteriormente en la obra que está trabajando, y que se encuentra en la colonia Las Haciendas.
“Tradicionalmente voy a la peregrinación que organizan todos los maestros de obra y después si nos hacen comida vamos con los chalanes, a veces hay carnitas o algunos guisados y nos traen de tomar”.
En esta obra también trabajan los hermanos Osvaldo Barrón Cervantes y Alexis Barrón Cervantes, de 15 y 18 años de edad, provenientes de la comunidad de Dolores Cuadrilla de En medio, quienes empiezan a hacer sus primeros trabajos de construcción, y dijeron que el amor por este oficio lo aprendieron de sus familias, ya que todos se han dedicado a esto.
Precisaron que el ambiente que hay en estos espacios de trabajo, es inigualable, ya que para amenizar el rato, escuchan música, cuentan historias o aprovechan la hora de la comida para compartir sus vivencias, incluyendo los albures que forman parte de la particularidad del albañil.