Las reliquias de Fray Sebastián de Aparicio estuvieron presentes en el municipio de San Juan del Río, hecho por el cual se llevó a cabo una Misa Solemne en el Templo de El Beaterio el cual se ubica en el centro de la ciudad.
El párroco de la iglesia de Santo Domingo, Héctor Alvarado Reséndiz compartió que estas reliquias llegaron el pasado lunes, motivo por el cual se recibieron en medio de una ceremonia religiosa, pues este martes por la tarde-noche se celebró una Misa Solemne ante tal acontecimiento.
Explicó que para la iglesia católica es muy significativo, dado que Fray desembarcó en la Antigua Veracruz y se dirigió a la ciudad de Puebla, en donde se daba seguridad a los españoles que quisieran residir en ella, por lo que este lugar atrajo a Sebastián y lo indujeron a labor de la labranza.
“En resumen, Sebastián, fue agricultor, ganadero, ingeniero, constructor, transportista de carga y pasajeros, un gran maestro para todos los que lo rodeaban y desde luego, un maravilloso benefactor”.
Narró que cuando Fray Sebastián tenía 71 años de edad, ingresó en el convento de San Francisco de México, donde tomó el hábito y profesó a los 73 años de edad, el 13 de junio de 1575. En el convento de Las Llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Puebla de los Ángeles le encargaron un oficio por lo demás penoso y duro, tomando en cuenta su avanzada edad, el de limosnero.
“Recorría Puebla en busca de alimentos y demás provisiones que serían el sustento de más de 100 religiosos que moraban en ese convento, por lo que después de 24 años, oyó la voz de Dios que lo invitaba a descansar en su reino, el 20 de febrero de 1600 fue atacado por fuertes dolores de una hernia que por muchos años lo había martirizado y cinco días después pidió a sus hermanos religiosos que rezaran el credo y cuando decían, Creo en la resurrección de los muertos y la vida eterna, se quedó dormido”.
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De esta manera es como explicó que en San Juan del Río estuvieron por un par de días las reliquias del franciscano beatificado por su labor misionera en la Nueva España, pues tras su fallecimiento a los 98 años de edad, dijo que posteriormente fue nombrado santo y fue el Papa Pío VI quien certificara su beatificación el 17 de mayo de 1789.