El sol de las 7:00 de la mañana apenas calienta el aire frío de enero. A lo lejos, sobre el agua opaca de la presa Constitución de 1917, ubicada en el municipio de San Juan del Río, se observan diminutas lanchas con figuritas que hacen ademanes en el aire.
En una de las orillas está don Juan Araujo, quien pasa los pescados que acaba de sacar a la cubeta de un comprador. “Ahí está Chava, son 16 kilos, levántale bien”, le dice convencido. “Son 15, Juan”, le revira el hombre, quien con fuerzas levanta el recipiente con una báscula romana. Ambos cierran el trato y el comprador se marcha.
Don Juan Araujo es originario de la comunidad de La Estancia, lleva 20 años como pescador y cuenta que la falta de agua en la presa Constitución de 1917 ha provocado que la pesca se reduzca severamente en comparación a años atrás, situación que ha generado que personas desistan de esta actividad y busquen otras fuentes de empleo para sostener a sus familias.
Afirma que el 2023 fue uno de los peores años, pues la sequía impidió que la presa se llenara, lo que volvió más complicada la pesca. Señala que actualmente pescadores como él sacan entre 15 y 20 kilos de pescado de sus redes, cifra que contrasta con periodos anteriores y prósperos, pues recuerda que hace un tiempo atrás salía con más de 40 kilos de pescado en sus manos.
“Ha estado jodidona (la pesca). El tema es el agua. No habiendo agua, no hay pesca. Todos esperamos que vinieran buenas lluvias, pero mira. Andamos en un charquito nada más pescando unas pocas. Hay veces que salen unas y hay veces que no sale nada. Así no la llevamos, ¿qué le hacemos? Ahorita se andan sacando unos 15 kilos, antes eran hasta 40”, relata.
Menciona que los 15 kilos que acaba de vender es la primera pesca fuerte del año, pues antes de ello el destino le había jugado malas pasadas, a veces sacando menos de 5 kilos de la red y otras veces yéndose a casa con la hielera vacía. Reitera que estas complicaciones han obligado a muchos pescadores a dejar sus lanchas en la orilla y empezar a buscar trabajo en otros lugares.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Dice que él fue uno de ellos, pues cuando el nivel de la presa estaba aún más bajo, dejó el remo en casa y se fue a trabajar de albañil. Volvió a subirse a su balsa hace dos meses, con la esperanza de que la pesca mejorara. Es enero de un nuevo año y puntualiza que la dinámica no se recompone. Sus redes no se llenan y el sacrificio de levantarse a las 5 de la mañana a veces resulta inútil.
“Ahorita, andamos dos personas de la comunidad, nada más. Los demás andan chambeando. No conviene entrar por cuatro o cinco kilos, mejor se van a buscar jale a otros lados. Hay veces que no sale nada y cuando pasa eso hay que irse a chambear de otra cosa. Hay que buscar la forma de llegar con algo a la casa”, enfatiza mientras le da de comer a los pelicanos que se le han acercado.