Movidos por la fe y el fervor hacia la Virgen de Guadalupe, cientos de personas de distintos puntos de Pedro Escobedo caminaron como cada año hacia la comunidad de Ignacio Pérez, sitio en donde se encuentra una capilla que se ha convertido en punto de reunión para quienes veneran y depositan sus plegarias en la morena del Tepeyac, así como para aquellos que no pueden hacer el peregrinar hacia la Basílica en la Ciudad de México.
El peregrinar hacia “La Villa Chiquita”, como se le conoce a la capilla de esta comunidad, es una de las costumbres más arraigadas que hay en Pedro Escobedo, además de que es de las más longevas, pues según algunos pobladores esta caminada data desde el siglo pasado. La peregrinación hacia la comunidad de Ignacio Pérez se hace cada primer lunes de julio.
En esta ocasión y pese a las condiciones del clima, cientos de personas tomaron sus abrigos y con paraguas en mano comenzaron a caminar hacia la localidad también conocida como “El Muerto”. Se detalló que en esta peregrinación participaron habitantes de comunidades como San Clemente, El Sauz, La Lira, Epigmenio González, La Venta, San Fandila, Ajuchitlancito y la cabecera municipal.
De acuerdo con la tradición oral de esta comunidad, la capilla fue construida en el siglo XVIII, detallando que una de las campanas estaba impresa la fecha de 1806 y que desde el inicio estuvo dedicada a la Virgen de Guadalupe.
Vecinos cuentan que la imagen que actualmente permanece en el templo fue regalada por Julián Ruiz, dueño de la hacienda del lugar, a un hombre llamado Modesto. Los relatos narran que en los tiempos de la revolución mexicana Modesto era perseguido por las tropas del general Venustiano Carranza, situación que lo llevó a encomendarse a la Virgen de Guadalupe que le había sido obsequiada.
Tras salir ileso de esa guerra y en símbolo de agradecimiento, el hombre le regaló una corona a la virgen, la cual se conserva y se puede observar hasta el día de hoy por encima de la imagen que permanece dentro la capilla.
Otras de las leyendas que existen señala que en algún tiempo se decidió llevar la imagen a un templo del municipio de San Juan del Río, pero era recurrente que esta apareciera en el piso y detrás de una puerta. Aseguran que en un acto milagroso la virgen habló y pidió ser devuelta la pequeña capilla de Ignacio Pérez, lo cual le fue concedido.
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Se dice que el trayecto fue amenizado por músicos y gente de varios lugares, por lo que se considera a este viaje como la primera peregrinación hacia la llamada “La Villa Chiquita”. Desde entonces y como cada año, cientos de personas acuden a Ignacio Pérez para depositar su fe en la Virgen de Guadalupe.