Con el regreso total a clases presenciales, en recurrente ver en los salones de clase a menores de edad que muestran una actitud, tímida, retraída y de poca interacción social, conducta que deriva directamente de los efectos psicoemocionales que la pandemia de Covid-19 tuvo sobre ellos, dio a conocer la presidenta del Colegio de Psicólogos de San Juan del Río, Evelyn Tejada Sinecio.
Explicó que este fenómeno se da en los primeros grados del nivel primaria, esto debido a que muchos de estos niños no tuvieron la oportunidad de ingresar a una educación inicial y preescolar por el confinamiento en que estuvieron en los tiempos más álgidos de la pandemia de Covid-19. Detalló que, a raíz de esto, algunos menores no pudieron desarrollar una inteligencia social, pues la interacción que tuvieron fue solo con el círculo familiar más cercano.
“Aquellos niños que en sus tres años de escolaridad primaria, es decir, de educación inicial y preescolar, no pudieron tener esta oportunidad, sino que ya por la edad, a los 6 años cumplidos, entran a primero de primaria, pues sí, provocan que tengan un doble trabajo tanto las y los educadores, como la familia en sí mismo, porque hay que estimular precisamente esas áreas de socialización que dejaron de estimularse en tiempos de pandemia”, comentó.
Precisó que con menores de edad que presentan este tipo de comportamiento, tanto padres de familia como educadores deben de trabajar para fundamentar en ellos aspectos que van desde lo educativo hasta lo social, tales como el conocimiento de reglas y normas, habilidades de lecto-escritura, así como la sana convivencia y la importancia de la socialización, mostrándoles que existen instituciones y personajes más allá de la familia.
Agregó que una de las recomendaciones es que tanto tutores como educadores estimulen estos aspectos a través del juego para que haya un aprendizaje significativo y los niños desarrolles todas esas habilidades sociales. Afirmó que una de las ventajas es que al estar en una edad temprana, los menores de edad puede revertir ese comportamiento que presentan.
“Es así como estos chiquitos que entran a primero o segundo, después de pandemia, pues estaríamos hablando de un grado de dificultad, un poquito mayor, pero recordar que los niños son una esponja, ellos reciben y permea en ellos rapidísimamente el aprendizaje y más cuando se trata de un aprendizaje significativo (…). Ahora las maestras de primero y segundo de primaria, al igual que la familia, tendrán que tener un espacio y un tiempo para estimular todo esto”, dijo.
Por otra parte, aseveró que mientras este fenómeno se da en menor medida entre los niños que oscilan los 6 y 7 años de edad, el mismo problema se presenta de manera más frecuente en adolescentes, especialmente en aquellos que inician su etapa en la educación de nivel secundaria.
Expresó que el tránsito de la primaria a la secundaria es una etapa importante para el adolescente, pues es ahí donde comienza a ser más autónomo en los distintos escenarios en donde se desenvuelve. No obstante, apuntó, al estar en caso en confinamiento, la mayoría de jóvenes no pasó por este proceso paulatino, sino que fue abrupto.
Expresó que esto trajo consigo que los adolescentes no desarrollen lazos afectivos sólidos y de confianza con sus iguales. Detalló que bien pueden formar parte de un grupo escolar, el afecto social se ve diluido por la desconfianza y prefieren estar mantenerse solos y aislados. Sin generar relaciones afectivas fuertes.
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“Jovencitas y jovencitos tienen una problemática terrible, desde luego para desarrollar lazos afectivos sólidos y de confianza con sus iguales. Pueden sostenerse en un grupo escolar, como compañeros, quizá como integrantes de un equipo de trabajo, pero la amistad, la fundamentación en el tema del afecto y de la confianza de amigos, pues se ve diluida por la desconfianza, porque fueron poco más de dos años en el que estas habilidades que debieron haberse desarrollado en esta edad, pues no se dieron”, declaró.
Finalmente, recomendó que madres, padres o tutores tenga una comunicación directa, constante y permanente con la institución educativa a la que acuden sus hijos, esto con la intención de conocer el proceso y los avances que presentan.