Las enfermedades a veces parecen no tener remedio, a veces la medicina ya brinda más opción que recurrir a los actos de fe, Leticia Hernández Rangel lleva 37 años peregrinando y ha sido testigo de muchos milagros amparados por la virgen de Guadalupe.
Recuerda el caso de un hombre que tenía una infección provocada por la diabetes, el cuerpo emitía un olor a descomposición, la gangrena avanzaba, pero sus familiares prometieron que si sabana irían al Tepeyac, ella acompaño las intenciones de la familia y al regresar se encontraron sorprendidos por la recuperación de aquel hombre.
“En los 37 años que visto muchos cambios, muchos milagros, milagros reales, le puedo dar testimonio un señor que estaba como un cadáver con la pierna gangrenada y le quedo bien, solo una cicatriz y después siguió con su vida”.
Asegura que el ver y dar testimonio de esos hechos es algo indescriptible, no hay palabras que puedan describir como la devoción provoca milagros, cuando la fe es verdadera y el espíritu de Dios fortalece los cansados y afligidos cuerpos de quien logra mejorar su condición.