Con frecuencia decimos que si tenemos salud y trabajo estable ya es ganancia, sin embargo en el contexto que estamos viviendo, estas dos premisas no se dan en millones de mexicanos.
En un momento tan complejo como este, los gobiernos, particularmente el mexicano, debería establecer estrategias y esquemas claros para proteger la salud de los más de 120 millones de mexicanos, de los cuales, 30 millones no cuentan con acceso a ningún tipo de servicio de salud o en donde más de la mitad de la población económicamente activa están fuera de cualquier tipo de seguridad social como el IMSS o el ISSSTE por estar en la informalidad.
Lejos estamos de ese sistema de salud que se nos prometieron al inicio del sexenio y que según estaría a la altura de los mejores del mundo, pero la realidad es que vamos para atrás. Desapareció el Seguro Popular, que aún con sus áreas de oportunidad, funcionaba. En cambio, se estableció un programa llamado Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que nunca operó y ya se canceló, pasándole la responsabilidad al IMSS que con dificultades puede atender a los actuales derechohabientes, con grandes carencias en materiales y medicamentos.
El IMSS expide anualmente más de 215 millones de recetas, de las cuales, cerca de 15 millones no pudieron ser surtidas de manera oportuna en el último año, esto de acuerdo con el resultado del Análisis de Compras consolidadas para el periodo 2019-2021. En tanto, el Colectivo Cero Desabasto reportó que tan solo los primeros tres meses del 2022, el IMSS ya había negado más recetas que todas las que se negaron en 2019 o en 2017 y 2018 juntos.
La situación es muy preocupante y no parece que haya reacción al respecto por parte del gobierno federal, todo lo contrario, pues hace unas semanas, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud salió a criticar a los médicos que ofrecen atención en las farmacias, un argumento sin sustento, más cuando han sido de vital importancia en el pico de la pandemia y que representan el primer contacto con la salud de las personas que menos recursos tienen y que carecen de servicios de salud públicos.
Por ello, desde Coparmex hacemos un llamado para poner alto a la improvisación que ha afectado a millones de pacientes, donde el caso más doloroso ha sido el de la carencia de quimioterapias para niñas y niños. Es urgente un nuevo modelo de distribución eficaz y moderna de los medicamentos. Estamos convencidos que más allá de reconocer las carencias que persisten en el modelo de abasto de medicamentos, las autoridades deben abrirse al diálogo con el sector privado para establecer un esquema de distribución que asegure a los pacientes el acceso oportuno de medicamentos para atender sus padecimientos y con ello mejorar gradualmente nuestro sistema de salud.
*Presidente de Coparmex Querétaro
