Tuvieron que pasar una serie de situaciones que vulnera a las mujeres para tratar de visibilizar la importancia que tenemos para el desarrollo de la sociedad, cuando los actos de violencia en sus diferentes expresiones han existido siempre, y por insensibilidad se han normalizado por diversos sectores.
El movimiento que se denominó “el nueve ninguna se mueve”, tampoco debería ser tomado como estandarte político, y tendría que cambiarse por una celebración en donde las mujeres fuéramos las protagonistas de una gran fiesta de la igualdad, sin tener que nombrar a quienes han perdido la vida en manos de violentos agresores.
Este movimiento quizás sea una de las últimas y pocas esperanzas que tenemos como sociedad y como mujeres para que las cosas cambien, para promover una hermandad, para cuidarnos e incentivar a la denuncia, y de igual manera exigiendo que no haya impunidad.
Si ahora hemos llegado tan lejos, los gobiernos deben apostar y si se están sumando, primero valdría la pena en empezar por capacitar a sus servidores públicos, secretarios, policías, inspectores y todo aquellos que tengan trato con las mujeres, sobre todo para evitar los abusos.
La sociedad en general somos parte del cambio, basta con involucrarnos, denunciar, alzar la voz, no por moda, sino por convicción que algo positivo deben generarse a partir de la iniciativa de la gente.