Uno de los oficios más antiguos del mundo es el de los zapateros, pues según se sabe, ellos diseñaron los primeros modelos elaborados aproximadamente al fin del periodo paleolítico (10,000 A.C), donde según antropólogos hay pinturas que muestran como se trabajaba el cuero.
Martín Martínez y su esposa Angélica Meza, trabajan esta profesión desde hace 40 años, "comencé en 1983, primero como jugando, luego se hace compromiso y después obligación", cuenta divertido el artesano zapatero, quien desde hace 35 años se encuentra en San Agustín del Retablo, donde “enchula”, diseña y hasta se vuelve confidente de sus clientes, pues como él dice "el buen trato a nuestros clientes, hace que nos sigan buscando a través de los años, aquí se sientan y comienzan a platicar de sus dolores en las rodillas, o la espalda, de sus preocupaciones y pues se desahogan".
Don Martín reconoce que este oficio es muy noble, que le permitió sacar a su familia adelante y que continúa dándole grandes satisfacciones. Al cuestionarle si algún familiar comenzó con el oficio de zapatero, este responde, "pues según mi mamá me platicaba que un bisabuelo también se dedicó a la reparación de calzado, pero yo no lo conocí, cuando aprendí invite a mi hermano, que también sigue dedicándose a lo mismo y a mi esposa", recordó el artesano para continuar "mis tres hijos les di carrera, todos son profesionistas, mis dos hijos varones se han involucrado en el negocio, pero ellos están aparte".
Al cuestionar si este oficio se puede acabar, dado que ya los jóvenes no están interesados en aprender, comenta "no creo que termine, aun cuando hay máquinas, siempre se requiere del zapatero para hacer el trabajo, aunque ya muchos no quieren aprender el oficio, si hay muchos que siguen, pues es un trabajo noble que te da para sacar a tus hijos adelante", aseguró.
Angélica, su esposa, es quien se encarga de atender a los clientes, mantener en orden y limpio el local, pero también le entra a la reparación, "de ver y de preguntar, aprendí, hay cosas que no hago porque por ejemplo, hay pieles muy duras con las que no puedo, pero todo lo demás si lo sé hacer y aunque al principio no me gustaba, hoy lo disfrutó mucho, prácticamente estoy metida más de 12 horas aquí", cuenta.
A pesar de tantos años de estar apoyando a su marido, Angie se enfrenta a la discriminación por ser mujer, los clientes no tienen la confianza de dejar su calzado y buscan a Martín para solicitar el "diagnóstico"; justamente durante esta entrevista llegó un cliente quien preguntó por el maestro y al decirle que ella podía atenderlo, este hizo mención que prefería esperar a ser atendido por Martín. "Esto pasa seguido, si no me ven no entran o regresan hasta que estoy en el local, no sé porque pasa, pero mi esposa sí sabe hacer bien las cosas, además si algo no puede, ella me explica lo que el cliente quiere y yo lo hago, pero la gente es así, desconfiada", explica Martín.
En su negocio ubicado a un costado de la parroquia de San Juan de Agustín del Retablo, realiza todo tipo de reparaciones de calzado, pinturas, hormas, plantillas ortopédicas, costuras, venta de peletería y además de su excelente trabajo, tienen una gran calidez para tratar a sus clientes, muchos de los cuales los visitan desde que eran niños y los llevaban sus papás para la reparación de mochilas y zapatos, hoy acuden con sus hijos para solicitar los mismos servicios.
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Creyentes de San Judas Tadeo, protector del negocio, los Martínez Meza, trabajan arduamente para brindar el mejor servicio y dejar un legado de este noble oficio, el de zapatero.