El sonido de los molinos de nixtamal rasposo y enérgico forma parte del ruido sonoro en el barrio de Santa María Magdalena. Más de 8 molinos se encuentran funcionando en la colonia, un lugar que se distingue por su buena comida de tacos de canasta, gorditas, lolos y tortillas. Distintas familias son las que se dedican a su producción en donde todos los días salen a distintos puntos de la ciudad a ofrecerlos. Su peculiar característica y el por qué son tan exquisitos es por que todo está hecho con masa de maíz nixtamalizado, y es por ello que recurren a los molinos para poder moler sus granos.
Son las tres de la mañana cuando ya hay gente formada con sus cubetas o botes esperando moler. Su trabajo es de madrugada pues algunos comienzan desde las 3am, tenido su último servicio en promedio de las 10am. Se cobra por cuartillo (equivalente a 1 kilo y medio aproximadamente) que ronda en los 5 pesos pero conforme el recipiente que lleven, le tantean. Una cubeta en promedio se cobra en 25 pesos. Los principales moledores son del mismo Santa María pero también hay clientela de zonas cercanas como Campo Militar, Ejido Modelo, Carrillo y Castillo.
Y no nada más se muele maíz, algunos muelen también garbanzo, trigo o chile para mole, como el molino de “Doña Chelo”, donde el señor Vicente es el propietario. Este molino es el más antiguo de la zona pues tiene más de 65 años funcionando. Le pertenecía a su madre, la señora Consuelo, quien le heredó. Él es maestro jubilado y sus hijos también ejercen profesiones donde al a par se rolan los días para trabajarlo pues ofrecen el servicio los 7 días de la semana de esta herencia que pretenden seguir conservando. Su molino se encuentra en la calle Hidalgo casi esquina con Perú.
En “Santa Merry”, como le dicen los de por ahí, cada cliente es responsable de poner y sacar su propia masa pues está la variante de sacarla remolida (para tortilla) o martajada (para gorditas). Ahí mismo van checando si su producto está bien sino le piden al molinero ajustar el proceso de molido. Anteriormente se decía que era negocio o función de mujeres pero al menos 4 de estos molinos son manipulados por hombres. “No tiene mucho que ya empezaron a venir hombres al molino, y si venían estaban allá esperando que alguna mujer les sacara la masa”, comenta Don Vicente.
A veces hasta se han dado de “trompones” por la masa, por que el proceso es continuo. “Una sigue sacando masa cuando ya es maíz de otra”. –¿Y ustedes qué hacen?, -“pues para qué te metes”, recuerda esta anécdota Don Vicente, quien también refiere que sí han ocurrido más de estos casos en el suyo y los demás molinos.
Uno más de estos negocios es el que opera José Luis, en la calle Independencia, quien le ayuda a su mamá a trabajarlo. Ellos tienen alrededor de 30 años laborando en donde tienen clientes que llevan desde una cubeta hasta su más grande cliente quien muele diariamente más de 6 botes. “Este trabajo no es cansado pero la desvelada es lo que agota”, menciona. Otro más es el de avenida Hidalgo casi al cruce con las vías del tren, este molino está trabajando desde hace cincuenta años y también es operado por un señor que desde que tenía 15 años se adentró en este oficio. Y uno más que se encuentra en la misma avenida, casi con la calle San Juan Bosco que es operado por padre e hija.