Los que en antaño eran los juguetes preferidos de nuestros padres y abuelos cuando eran niños, hoy se encuentran relegados a nostálgicos recuerdos que se venden en los puestos de carnavales y ferias.
Los llamados trompos, baleros, camioncitos de madera, pirinolas, títeres y guitarritas han sido reemplazados por la tecnología, de tal forma que los niños prefieren sus teléfonos celulares o practicar deporte en lugar de jugar con estos artículos de otra época.
A decir de los comerciantes de juguetes, el porcentaje de venta de los mismos ha disminuido en un 80%, es raro el niño que por iniciativa propia se acerque a preguntar por alguno y son más los padres de familia quienes los compran por nostalgia y para que sus hijos puedan conocer los juguetes que los hicieron felices a ellos.
Sin embargo, más allá de la nostalgia, existe un factor que está presente en la relación de los juguetes con los niños; la alegría. Aquellos recuerdos de los niños jugando con los camioncitos de madera o los trompos siempre tienen presente la risa y el colorido propio de esta actividad, no solo a nivel personal sino también cultural.
Quizá en un futuro estos juguetes sean parte de museos y dejen de comercializarse, pues son una tradición que se niega a morir quizá también algún día los dispositivos electrónicos que en su mayoría hoy divierten a los niños también sufran este destino de quedar relegados pues la tecnología avanza rápidamente y lo que hoy es novedad, el próximo mes ya no lo será.