Eva mantiene viva la tradición de la alfarería

Actualmente enseña a mujeres el oficio en El Cuisillo, barrio de San Ildefonso, en Amealco

Dolores Martínez

  · viernes 9 de agosto de 2019

Eva Bartolo Lucas, orgullosa de ser otomí conserva la tradición de trabajo en su taller de barro. / Foto: César Ortiz.

Con la esperanza de que un día pueda vender sus artesanías por el por el mundo entero, Eva Bartolo Lucas, alfarera del barrio El Cuisillo, en San Ildefonso Tultepec, Amealco de Bonfil, sigue con la tradición que le heredaron sus antepasados en la elaboración de artículos con este material.

Lleva 15 años dedicándose a hacer las artesanías, y su esposo fue quien le enseñó a perfeccionar la técnica para hacer las calabacitas de barro que se usan para el Día de Muertos, por lo que aprendió desde pisar el lodo hasta la fase en la que se muele la mezcla con palo de madera.

Su horno trabaja a todo vapor para hacer cientos de calabacitas para noviembre. / Foto: César Ortiz.

Explicó que lo que obtiene de la venta de esta actividad, es el único sustento de su familia, razón por la que buscó ser acreedora de una beca para enseñar un grupo de mujeres a elaborar las artesanías, y que usen este mecanismo como modo para vivir.

Comentó que la mayor parte del día en su labor habla el otomí, su lengua materna y usa la bellísima y colorida vestimenta típica de San Ildefonso Tultepec, incluso a sus aprendices les enseña con el idioma, al referir que se siente orgullosa de sus raíces, y que teme del día en que se pierda su descendencia cultural.

“Yo no sé escribir ni leer pero le enseño a mi nietos y nueras en la lengua para que no lo olviden, quiero que como yo, se sientan orgullosas de pertenecer a una zona indígena. Yo me visto con mis trajes diario, a donde voy los uso con mucha felicidad”.

En el taller además de la alfarería, comparte su amor por el legado cultural que significa portar su vestimenta. / Foto: César Ortiz.

Teniendo como escenario y fuente de inspiración las minas de donde se obtiene el sillar y rodeada de una vegetación cautivante, Eva anhela poder exportar sus artesanías, toda vez que el único punto para comercializar es su hogar que se encuentra en el camino de acceso a la comunidad de El Cuisillo, casi en los límites de Amealco con Aculco.