Para erradicar la violencia en contra de las mujeres en los pueblos originarios, primero debe visibilizarse y corregirse la problemática de alcoholismo y drogadicción, consideró Macedonia Blas Flores, luchadora y defensora de los derechos humanos en la zona otomí de Amealco de Bonfil.
Señaló que desafortunadamente el panorama que viven las mujeres de las comunidades indígenas es poco alentador, puesto que a su hogar en la comunidad de El Bothé, en San Ildefonso, llegan decenas de mujeres que son violentadas con un alto grado de violencia física, y en sus manos solo queda acompañarlas a hacer denuncias ante la Fiscalía.
Resaltó que esta situación se da principalmente por el consumo indiscriminado de alcohol y drogas, además que se van normalizando los casos de abusos de parte de los hombres hacia las mujeres.
“Aquí llegan las mujeres moreteadas o sangradas para que yo las acompañe a hacer las denuncias, me buscan porque yo pasé por violencia de parte de mi propia comunidad por los usos y costumbres. Yo las acompaño, pero a veces no hay justicia para nosotros”.
Al cuestionarla sobre el movimiento El 9 ninguna se mueve, Macedonia consideró que de poco servirá esta manifestación de las mujeres, si antes no se fortalecen los lazos de convivencia social entre las familias, ya que dijo las mujeres son un eje principal para que se mueva la economía, la sociedad y todo el entorno.
Por lo anterior, expuso que primero deben hacerse legislaciones y acciones que beneficien a la justicia, a los sectores vulnerables como los pueblos originarios, y a que las sustancias nocivas no lleguen a los niños y jóvenes.