El cansancio obliga a la romería a cerrar los ojos en losdescansos y a buscar algunos minutos de tranquilidad para recobrarfuerzas. Entre esos fieles exhaustos se encuentran losseminaristas, algunos de los cuales aprovechan los rincones atrásdel escenario para dejar a un lado el ajetreo que implicaparticipar en la 127 peregrinación a pie de Querétaro a Tepeyac,mientras otros sólo buscan refugiarse para mitigar, en algo, elsueño que los embarga.
La hora santa concluye y de sorpresa, se les pide subir alescenario, por lo que más de 20 túnicas negras con una cinta azulse hacen presentes, algunos apenados y otros con gran entusiasmo,pues se les pide bailar y cantar para encender el ánimo de laromería que, por unos diez minutos, olvida su cansancio paraponerse a bailar los cantos de alabanza.
En el comedor sacerdotal, Juan Manuel Campos Ocampo, coordinadordel área, se apresura a motivar a los responsables, pues se acabala misa e iniciará la razón de su estadía: alimentar a loscansados seminaristas, sacerdotes, y todo el equipo que se encargade proteger a los fieles, como Cruz Roja y Protección Civil.
Es un reto atender a tantas personas, por lo que su equipo selevanta a las 4 de la mañana para llegar con un día deanticipación al paraje donde estarán los fieles, preparar todo yempezar puntualmente a darles alimentos, labor que realiza desdehace 17 años.
“Somos peregrinos, en eso sí andamos en 37 años, deperegrinos. La atención hacia el sacerdote siempre se ha dado,pero era muy laborioso llevar a los sacerdotes a un restaurant acomer, acabando la misa, a algún sacerdote no lo encontrábamos…cuando ingresé a la directiva le pedía a un hermano, José LuisLuján, que fue el que me invitó a esto y me quedé yo en lugar deél, hasta hoy en día…. tenía la idea de mejor cocinarlesaquí, terminan de orar, se sientan a un lado del comedor y les hagustado mucho”.
No sabe a cuántas personas atiende su equipo de nueve personas,pero sabe que en cuanto acabe la misa deben correr para alimentar atodos ese cambiante número que se presenta al comedor, perogracias a Dios, nunca se ha quedado una sola persona sin comer.
Todos los días hay platillos variados, como: chilaquiles,huevos, rajas, chicharrón, calabacitas, mole, o lo que crean queese día le parecerá atractivo a sus hambrientos comensales, enquienes de lunes a miércoles invirtieron cinco cajas de huevo, y150 litros diarios de café y té, además de que han invertidounos mil 800 vasos desechables.
“Mañana les vamos a dar carnitas en salsa verde; lo que síno nos perdonan a diario son los chilaquiles, el huevo y losfrijoles”.
Explica que la atención se da gracias a una porción del dineroque aportan los fieles en la compra de sus distintivos y que trasatender al último comensal, rápidamente recogen los artículos,para permitir que la Comisión de Ecología deje el prado libre debasura.
Tras comer, los fieles retoman su marcha, las imágenes decuerpos languidecidos por el cansancio desaparecen, para dar lugara una columna que, con más de 22 mil almas, se dirige, con nuevosbríos a presentar sus respetos y ensayadas alabanzas a la“Morenita del Tepeyac”