Con ramos de flores en los brazos, botes con agua y algunos alimentos, las familias ingresaban al panteón de la comunidad de La Valla, donde este año el Día de Muertos se experimentó de una forma más sentida por la reciente tragedia que dejó sin vida a nueve personas.
Las nubes en el cielo no permitieron asomar al sol en la fría mañana, a pesar de eso cada tumba del panteón se vio acompañada por familias que con devoción escucharon misa, durante la cual pasó el tren, su ruidoso recorrido fue ignorado; mientras, el presbítero en el sermón señaló que en este día se recuerda a todos los que se adelantaron, por quienes se ora para que logren alcanzar el eterno descanso.
El cariño hacia los que ya no están se hizo presente, pues cada tumba lució llena de flores y a su alrededor gente sentada en bancos o sillas, aspecto que también se observó al fondo del panteón, en la zona donde fueron sepultadas las personas que fallecieron en el accidente del tren.
Con el dolor tan reciente, eran inevitables las lágrimas en algunos de los presentes, que con pesar elevaron una oración para sus seres queridos. Al darse la paz, la mano fue acompañada de un abrazo.
El padre dio la bendición y comenzó el movimiento de la gente de un lado a otro, personas se aglutinaban alrededor de los recientes sepulcros, permanecían por unos minutos y se retiraban, el llanto y abrazos de consuelo continuaron en algunos deudos; mientras los cantos religiosos se transformaron en el clásico “Amor eterno”, tema musical con el que cariñosamente los mexicanos recuerdan a sus difuntos.