Hoy, amables lectores y lectoras quiero hablarles de la riqueza de la diversidad. A diferencia de tiempos pasados, donde la palabra diversidad tenía embebido el prejuicio de lo otro, lo diferente, lo raro y anormal, en este siglo, una vez lograda la modificación constitucional pro derechos humanos, primero en 2001 y luego en 2011, trajo una cascada de innumerables investigaciones acerca del valor de apreciar la diversidad como una riqueza y un valor fundamental de las sociedades democráticas del siglo XXI.
Después del ámbito jurídico, una de las primeras esferas humanas impactadas positivamente por la diversidad fue la universitaria y la empresarial. El ámbito universitario produjo investigaciones que mostraban que los equipos multidisciplinarios y diversos eran estadísticamente más exitosos en llegar a sus objetivos porque disponían de varias perspectivas distintas, pero trabajando para el mismo objetivo. Es así que los grandes corporativos mundiales se interesaron en estudiar el fenómeno de la diversidad en las sociedades democráticas del siglo XXI y encontraron cosas interesantes y novedosas como las siguientes:
Uno de los primeros estudios, el Why Diversity Matters, de McKinsey, expone que las compañías con mayores políticas de inclusión étnica y racial, tienen 35% más de posibilidades de tener un rendimiento financiero por encima de la media. Además, otros estudios recientes han reportado que las empresas con políticas de diversidad y liderazgos inclusivos son 7 veces más innovadoras. Sin embargo, aún existen dificultades en las empresas y organizaciones para instalar una cultura de la diversidad e igualdad ya que en muchos casos se tiene la creencia que un taller o workshop puede ser suficiente para modificar todo un sistema de pensamiento.
Uno de los principios básicos para iniciar un proceso exitoso de reconocimiento del valor de la diversidad en una organización que decide ser incluyente es el principio MIPA = Máximo Involucramiento de las Personas Afectadas, que indica que todas las personas que serán afectadas por el cambio de paradigma deben ser escuchadas y se deben abrir espacios para involucrarse e influir en los procesos de cambio organizacional desde abajo.
Los cambios de paradigmas sociales son complejos, ya que involucran salir de la zona de confort y reflexionar, confrontar y deconstruir comportamientos que se tenían normalizados y eso no es fácil para el status quo, prueba de ello lo tenemos en los movimientos feministas que con el hashtag #MeToo expusieron mundialmente la gran normalización de las violencias y abusos contra las mujeres en el ámbito laboral, aún en los sitios más glamurosos como Hollywood, o el hashtag #BlackLivesMatter, con el que se expuso globalmente la selectiva violencia policiaca contra las personas afrodescendientes en los Estados Unidos.
En México, un grupo de valientes mujeres y hombres jóvenes que en su adolescencia fueron víctimas de las terribles y mal llamadas “terapias de conversión” crearon el hashtag #NadaQueCurar, con la que se está visibilizando en todo el país, el horror de dichas prácticas con las que algunas personas charlatanas están engañando a madres y padres de familias con la mentira de que la orientación sexual o identidad de género diversa de sus hijas o hijos puede curarse como si fuera un trauma y lo que hacen en realidad es desquebrajar la vida de una niña, un niño o una personas adolescente y orillarles a tener pensamientos suicidas 8.4 veces más que el promedio de la población de su edad y en el mejor de los casos, a vivir un viacrucis emocional que no tendrían por qué vivir y que no se lo merecían.
Esas malas prácticas que rayan en la tortura sólo por el hecho de sentir y desear diferente, deben prohibirse en Querétaro y las y los diputados de la LX Legislatura deberían aprobar la iniciativa que ahora mismo se esta discutiendo en la comisión de Administración y Procuración de Justicia, para que nunca más una niña, un niño o una persona adolescente sea sometida a una “pseudoterapia de conversión” sólo por el hecho de pertenecer a la diversidad sexual. Es tiempo de aprobar dicha iniciativa y llevar a Querétaro al siguiente nivel de los derechos humanos, uno donde las personas sean respetadas en sus Derechos Constitucionales y aquilatemos a todas las diversidades por la riqueza que aportan en muchos campos, a la salud económica, social y cultural de nuestra sociedad queretana.