Crucitas, calvarios o ermitas, son los nombres más comunes que reciben las cruces que se ubican a los costados de las carreteras, en caminos desolados y aunque no tan común en calles de las grandes ciudades, las cuales son colocadas allí para no olvidar a quienes han partido al otro plano tras sufrir un accidente.
Esta costumbre arraigada entre los católicos mexicanos no tiene un nombre en específico, sin embargo las cruces tienen un alto sentido de fe al representar el momento culmen de la entrega de la vida de Jesús, marcando un principio y fin.
Si nosotros ponemos una cruz en el lugar donde la persona murió, decimos que esta persona fue un católico, murió unido a Cristo y tiene la esperanza de resucitarMartín Lara Becerril/ Vicario general y vocero de la Diócesis de Querétaro
Para los deudos las cruces representan un motivo de consuelo y esperanza de que su seres queridos descansan en paz a pesar de lo trágica que pudiera ser su muerte, esto al jugar una función emocional y psicológica que supera el sentido del dolor y la muerte.
En México la colocación de las cruces es una actividad muy representativa que no tiene ninguna normatividad de la iglesia católica, la cual solo bendice las estructuras que pueden ser elaboradas con el material más sencillo como palos de madera, pasando por la herrería hasta llegar al mármol, quedando en una costumbre de nivel personal y familiar que mantiene viva la memoria de aquellos que han muerto en accidentes automovilísticos principalmente y que da paso de la tierra al cielo, de la superación del dolor a la vida del gozo.