Marzo de 1977 es una fecha especial que marca de manera profundala fe católica de los lugareños de la comunidad de La Valla,quienes pasaron de la esencia cristiana de rezar el Viacrucis arepresentarlo, desde aquel entonces se marcó de manera especial laPasión, Muerte y Resurrección de Cristo esta localidad de SanJuan del Río.
Aunque en aquel entonces fueron muy pocas las expectativas antelos ojos de los católicos de asemejar el calvario de Jesús deNazareth; hoy en día esta fiesta católica, que purifica el almade los creyentes, es sinónimo de un acto de contrición parapropios y extraños del lugar, obteniendo como resultado uno de lasrepresentaciones más representativas en el municipio de San Juandel Río y la región.
La evolución de este viacrucis a lo largo de este tiempo hasido significativo, poco a poco se han ido incorporando nuevospersonajes y montado diversos escenarios dentro de la comunidad,generando expectativa de los lugareños, quienes buscan llevar algrado máximo el realismo de la Pasión de Cristo, mostrando dosmomentos importantes, el primero consistente en los golpes querecibe Cristo de parte de los soldados romanos durante el trayectoal Calvario, y el segundo, el más significativo, la ascensión delNazareno que hace vivir a los asistentes los últimos minutos dela vida terrenal del redentor.
Los preparativos para el viacrucis inician dos meses antes,desde la logística, la distribución de los escenarios, la rutadel viacrucis y los ensayos de los actores, que hacen estarepresentación católica distinga a La Valla de las demáscomunidades de San Juan del Río, motivando a las nuevasgeneraciones para que continúen con la preservación de estatradición del lugar, preparando con alegría y respeto la fiestamayor del catolicismo, herencia que ha sido transmitida de susmayores, ellos quienes apoyados de un bastón, lento caminar, ymanos desgastadas visiblemente, infunden las fervientes costumbrespara dar la buena nueva de Jesús resucitado.
Nicasio Pérez Álvarez, hombre de fe y raíces firmes, fuequien a sus 20 años de edad buscaba integrar a los creyentes de lacomunidad en un sólo acto penitencial de Semana Santa por lasprincipales calles de la comunidad. Hubo miradas incrédulas ydesconfiadas de los creyentes porque la Pasión, Muerte yResurrección del nazareno sólo se había hecho presente bajo lalectura entre la comunidad católica antes de pensar en llevarlo ala realidad.
“En aquellos años, fuimos los primeros, junto con otros doshermanos que es Luis y Miguel Gómez Álvarez, empezamos y duramosmucho tiempo organizando el viacrucis y el que la hacía de Cristo,era de Michoacán, 12 años organizamos el viacrucis, ya despuésla gente se desanimó y se dejó, enseguida lo empezó a organizarmi muchacho, empezó a venir demasiada gente y cuando lo hicimosfue en el jardín y ahí no había nada, estaba solo, despuésdecíamos, mejor vamos a hacerlo en el cerrito y ya ahí se quedó,estos muchachos han seguido y es bonito porque se recuerda lostiempos de dios nuestro señor crucificado y se recuerda a lajuventud la importancia de eso, si quiera así se recuerda pensaren lo bueno”, narra con orgullo Nicasio Pérez.
Sin saber leer ni escribir, pero con toda una intención deinfundir las creencias católicas, se logró que el viacrucis fueracreciendo con nuevos espectadores, quienes se daban cita a lo largodel recorrido cargando canastas de tortillas, garrafas de agua yuno que otro guisado tradicional del lugar, saliendo a lapuerta de sus casas para compartir los alimentos con la gente queterminaba de apreciar la ascensión de Jesús, y para asegurarseque regresarían el año entrante a recordar que Cristo, estando enla cruz, borró los pecados de toda la humanidad.
Motivados por la fe que enmarca la comunidad católica de LaValla, la cruz no puede dejar de ser otro de los aspectosimportantes en los preparativos, año con año las familias se vanturnando para su elaboración, sin importar la clase de madera quehará de este suceso uno de los momentos más emotivos; GerónimoPérez Álvarez, eligió fabricar la cruz de este año a base depino, sin importar las astillas en sus manos como cicatrices portrabajar la madera como marca de esta labor, 150 kilos deberápesar, pero motivado, afina con un delicado tallado cada detalle delas tarimas que harán la cruz que el redentor llevará cuesta apie, al mismo tiempo de caer lentamente una estela de luzincandescente momentos antes de ser crucificado.
“La cruces están hechas de pino y pesan 150 kilogramos,estamos renovando unas, las cruces se renuevan continuamente,están conscientes de que deben estar preparados físicamente paracargar ese peso, siempre antes de prepararse físicamente, lo hacenmás espiritual, porque eso es lo que los va a levantar, loespiritual ayuda mucho”, relató Gerónimo Pérez.
El legado que dejó Nicasio Pérez Álvarez, hoy más que nuncatiene una firma continuidad por su hijo Gerónimo Pérez Álvarez,organizador de este tradicional evento en medio de una vida llenade modernismo, hedonismo e individualismo, y con un gran reto deintegrar a las nuevas generaciones bajo un eco de reflexiones.
Gerónimo narra que esta fiesta católica se ve enmarcada con lapresencia de miles de fervientes, quienes después de una largacaminata poco más de una hora del centro de la comunidad hasta elcerrito de El Calvario, sedientos y cansados se postran parapresenciar la ascensión de Jesús y reconocer el perdón de lospecados como último acto.
En esta ocasión, como desde hace 40 años, se espera unaimportante afluencia de personas a este evento católico, que congran fe y tradición se organiza en la comunidad La Llave.