Amealco de Bonfil, Qro.- El papel que desempeñan las mujeres artesanas de la zona indígena de Amealco de Bonfil en los últimos años ha sido un factor importante para sostener los hogares y evitar la migración masculina, lo que las convierte en eje principal de la economía familiar.
Actualmente más de tres mil mujeres de las comunidades de Santiago Mexquititlán y San Ildefonso Tultepec, han incorporado a sus esposos a las actividades para la elaboración de las muñecas otomíes, a través de casi 500 talleres, en donde laboran de cinco a 20 personas, en cada uno.
“Son mujeres que no paran de bordar, tiene un gran espíritu emprendedor a veces se llevan el trabajo a sus casa para no descuidar a sus familias. Hay precisión en sus bordados y ahora incluyen a sus maridos”, señaló el titular de Turismo en el Municipio, Mauricio Bárcenas Arellano.
Resaltó que esta inclusión se ve reflejada en labores que específicas como el traslado de materias primas, o incluso en el bordado y ventas de las muñequitas, que desde el año pasado son Patrimonio Cultural del estado de Querétaro.
Por lo anterior, precisó que actualmente se producen 150 mil muñecas al mes, y que esta cantidad va en aumento sustancial, debido a que cada vez más familias se dedican a los textiles, aunque agregó que otra actividad en la que las mujeres representan un gran papel, es en la producción de jitomate a través de los invernaderos.
Por otra parte, en el ámbito educativo, Noelia Rodríguez Piña, coordinadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), campus Amealco de Bonfil, sostuvo que la matricula del plantel es de 350 alumnos, y aunque no hay datos de cuánta es la población indígena, 22 jóvenes de bajos recursos están recibiendo una beca de mil 500 pesos mensuales para ayudarlos a culminar sus estudios, y esta cantidad la emplean para alimentación y transporte principalmente.
Puntualizó que de estos 22 beneficiarios, 17 son mujeres y cinco hombres de las comunidades de San Miguel Tlaxcaltepec, Santiago Mexquititlán y San Ildefonso Tultepec, por lo que esta cifra señala que hay mayor interés de las mujeres por superarse y salir adelante.
La coordinadora dijo que 8 de cada 10 mujeres que cursan este campus culminan sus estudios profesionales, y regresan a sus comunidades a hacer trabajos a favor de los grupos vulnerables, aunque lamentó que a lo largo de la carrera se enfrentan a paradigmas familiares y sociales que las empujan a desertar.
“Se enfrentan a cuestiones de pensamiento social, hay familias que las ven haciendo actividades académicas y no las apoyan. No hay del todo el apoyo suficiente para las demandas de las tareas o las desveladas, a veces tienen actividades como cuidar animales, hacer tortillas u otro tipo de labores en el hogar”.