Antes de agosto | Medio tiempo, una crónica personal

  · jueves 30 de diciembre de 2021

No supe si pasó el año, o el año me pasó

Santoveño.


Hace un año, el 31 de diciembre del 2020, como si se tratara de una historia con un final feliz, la OMS publicaba su primera validación para uso en emergencias de una vacuna contra el COVID-19. Ni mandado a hacer; veníamos de un año inédito, aún con un aletargamiento “clorofórmico” muy marcado. Yo recuerdo que había momentos en los que parecía que la vida transcurría debajo de una alberca.

Comenzaríamos pues el 2021 con la noticia de que al menos ya habría una vacuna contra la enfermedad que tenía prisionero (literalmente) a todo el planeta. Como nunca, la frase de “año nuevo, vida nueva” nos quedaba a la medida.

En abril pasado, fue que logré contar con mi esquema hasta entonces completo, tuve la oportunidad de comparar la “experiencia” de vacunación en México y en Estados Unidos, nadie me lo platica. Después de haber llevado a mi abuela de 82 años por su vacuna a Guanajuato, donde estuvimos 6 horas bajo el sol, y con una desorganización propia de la época, tocó mi turno un mes después; llegué a una farmacia americana y quien me recibió lo hizo con una actitud amable, podría decir que incluso de agradecimiento, cuando acordé ya estaba recibiendo el pinchazo de aquello que me seguía pareciendo salido de una película. Sin exagerar, sentí que una lágrima se me salió, de esas lágrimas de que no controlas porque son emociones explosivas, me sentía muy afortunado de poder estar viviendo ese momento, por mi, por mi familia, por lo que significaba; pero por otro lado me parecían inexplicables y tristes, tristisimas las diferencias.

Ese fatalismo crónico que el confinamiento me había dejado, estaba desapareciendo, comencé a dejar de tenerle miedo al virus para solo tenerle mucho respeto, dos cosas muy diferentes.

Todavía es muy pronto, al menos para mí, para poder hacer una reflexión de lo que este año que mañana termina, me dejó. Y es que ahora cerramos el 2021 con un sabor agridulce, necesitamos 3 dosis de la vacuna (pero al menos ya hay vacuna), Omicron, el nuevo apodo del COVID-19, está contagiando a una velocidad que no conocíamos, es cierto que parece que es menos agresivo que las demás cepas, pero los colapsos hospitalarios son inminentes, al menos así lo advierten los especialistas.

Y México sigue ocupando el 4to lugar en muertes a nivel mundial. Eso también preocupa, porque la maldad, la soberbia y la incapacidad de quien está al frente del combate a la pandemia en nuestro país, está más que probada.

Viene una inflación histórica, sigue rota la cadena de suministros a nivel mundial, las tensiones diplomáticas entre las fuerzas más grandes del mundo se agudizan.

¿No será que el 2021 solo fue el medio tiempo del partido?

A mi así me lo parece, no es pesimismo, son dosis de realidad que recibimos todos los días.

Y por cierto.

Mi único deseo para el próximo año, es que tengan salud, que lo demás, lo demás es lo de menos.

Hasta pronto amigo Anibal Alcocer, descansa en paz.


Nos leemos el próximo año, si Dios nos presta vida.

Twitter: @Julio_Cabrera


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