Este día les comparto una reflexión que apenas toca la política, y es que si de pronto yo mismo me canso de escribir de política, no imagino a veces lo que es leer de política. Entonces, vale la pena de pronto tomar pausas; digo, el descanso es algo inherente en nuestras vidas, lo hacemos todos los días cuando dormimos.
Como seres humanos casi siempre nuestra primera ofrenda a lo imposible es concederle la razón. A partir de ese momento por voluntad propia nos entregamos a su significado. Y es que aunque suene muy trillado, el único protagonista de lo inalcanzable es justamente quien así lo decide. Son siglos ya donde hemos ganado como humanidad terreno a lo improbable; en lo bueno y en lo malo.
Lo imposible es lo que ha movido al mundo, porque casi todo lo que nos rodea y que pasó por la mano del hombre, en alguna parte de la historia al menos para alguien pareció inalcanzable. Hablemos de volar, hablemos de comunicarnos en tiempo real entre los rincones más apartados del planeta. De enviar un robot a Marte y controlarlo desde la tierra, vamos, el simple hecho de construir un robot que obedezca la voluntad humana. Desafiar los límites es lo que nos hace sentirnos vivos, porque nos aleja de la monotonía complaciente. Esa que seduce por cómoda y por la mentira de que así no habrá riesgos que correr.
Cuánto poder tendrá lo imposible que solamente dos letras de la palabra dominan a las otras siete, dándole el significado.
Lo imposible siempre nos hechiza desafiandonos, incluso al menos en nuestro pensamiento.
Les dejo una pregunta:
¿Es imposible cambiar a México?
Y por cierto.
Hoy 5 de mayo se conmemora la batalla de Puebla, parecía imposible en aquel tiempo (1862) que nuestra República derrotara al ejército del imperio más poderoso y experimentado del mundo. Les digo…
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera