Andar por una senda nueva, siempre traerá consigo retos, partiendo desde la obviedad de que nadie sabe de lo que no conoce.
Vale la pena asomarnos aunque sea por curiosos a lo que le espera a Morena desde un camino que no conoce como partido; es preciso decir que ese camino sí lo conocen los más encumbrados integrantes del movimiento.
Primero, un poco de contexto para ordenar las ideas. Solamente tres partidos políticos en la historia democrática de México han gobernado al país.
El PRI (se mandó con poco más de 80 años), el PAN que logró ligar dos periodos consecutivos para después dejarle nuevamente el poder al PRI y Morena (sí, ya sé…) del 2018 a la fecha.
El PRI, el partido de Don Plutarco, fundado en 1929 (nacido bajo las siglas PNR) tiene sus recién cumplidos 93 añotes; el PAN de Don Manuel (había otros más distinguidos personajes que le ayudaron) que está por cumplir 83 años de vida.
Y por último el partido de Andrés, Morena con casi 11 años de existencia.
Bueno, pues resulta evidente que la diferencia es considerable entre los dos primeros y el actual partido en el poder (sí, ya sé…).
¿Por qué cobra relevancia esto? Porque tanto el PRI como el PAN ya han pasado por sucesiones presidenciales con ellos a cargo del Ejecutivo Federal, o sea teniendo presidente de la república en funciones, hubo que escoger su candidato o candidata correspondiente. La historia reciente nos dice que las designaciones (por diferentes métodos) no han sido del todo tersas al interior, lastimando sin duda la unidad e incidiendo en el resultado, no necesariamente reflejado en una derrota, pero sí en una división importante. Tanto PRI como PAN enfrentaron esto con una vasta experiencia en el andar político, lo que les permitió aguantar cualquier efecto electoral, primordialmente los adversos.
Para Morena la cosa pinta distinto; si hoy el gobierno federal es de un solo hombre, ni modo que su partido lo comparta con alguien más, sería impensable (ambas cosas, pero bueno). Como les decía al principio de este texto, que Morena no conozca este camino, no quiere decir que sus integrantes más destacados (sí, ya sé…) no lo sepan de memoria. ¿Qué pasará entonces con los grupos que no se vean favorecidos con la decisión de su jefe? Porque recordemos que López Obrador no dialoga, decide (sí, ya se…)
¿Se van a quedar así cruzados de brazos? No lo creo. En el ocaso del poder de Andrés, se harán sentir más que nunca esos colmilludos personajes. A ver si no son ellos mismos quienes terminen por taparle los ojos a Morena mientras anda por un camino desconocido.
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera