Si la vida misma no es para siempre, mucho menos lo es un cargo público.
Santoveño.
Gracias a la imaginación de los antiguos griegos, hoy tenemos historias y narraciones épicas que han resistido el paso de los siglos. Como la leyenda de “Aquiles” de quien se desprenden muchas corrientes narrativas, en este caso la más popular quizá, es la de su origen como hijo de “Tetis” una diosa del mar. Se cuenta pues que “Zeus” renunció a concebir un hijo con ella, porque se decía que aquel vástago superaría en poder a su padre.
Finalmente, “Peleo” rey de los guerreros sería quien se convertiría en el padre de “Aquiles”, los dioses estarían tranquilos, la unión entre un mortal y una diosa, no resultaría en nada que desafiara sus divinidades.
“Tetis” en su condición de diosa, no estaba de acuerdo en que su hijo le fuera arrebatado algún día por la muerte, como a cualquier ser humano le ocurriría; algo que desde luego ella no padecería en su condición de diosa. Se dice que “Tetis” llevó a “Aquiles” al río Estix, que marcaba el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Para hacerlo inmortal e invencible la diosa del mar, sumergió a su hijo recién nacido en las aguas del río. La única parte del cuerpo de Aquiles que no tocó el agua fue su talón, porque fue de esa parte que su madre lo sostuvo para adentrarlo en las mágicas aguas.
Y aunque Homero en “La Ilíada” no cuenta la caída del gran guerrero, sí otros poetas de la época fueron los encargados de terminar con la leyenda de Aquiles. Una de las versiones más sonadas fue la flecha de disparo el príncipe Paris y que el Dios Apolo (que apoyaba a los troyanos) guió hasta el talón de “Aquiles”, dejando expuesto su punto débil que a la postre le costaría su fatal decadencia.
Así pues y aunque para muchos haya cierta divinidad en el personaje, el discurso del Presidente López Obrador recibió una flecha en el talón. La única parte vulnerable de una agenda que por muchos años lo mantuvo vigente y en franco ascenso fue alcanzada por un escándalo de posibles conflictos de intereses, en lo más íntimo de su círculo, donde el corazón gobierna por encima de la política y de la estrategia. Ya no es una suposición; esa flecha que salió desde Houston, hizo mucho daño. Fueron 17 días los que tuvieron que pasar para que el hijo del Presidente pudiera salir a dar una explicación llena de errores burdos y torpes.
¿Tantos días para atender una crisis? A esto se le suma la negativa de Morena en el Senado de investigar los posibles conflictos de interés. ¿Pues que no dice el Presidente que: “el que nada debe nada teme?
Imaginemos que se investiga el caso y que como lo aseguran en Palacio Nacional, esto solo se trata de una campaña de los conservadores que no quieren la transformación de México; número uno el nombre del involucrado quedaría limpio y la popularidad de López Obrador se iría a las nubes. ¿Entonces, cuál es el miedo?
La flecha está clavada, el discurso de austeridad y combate a la corrupción se terminó, y con ello los elementos que sustentaban la agenda del Presidente, del “gran guerrero”.
Lo que sigue, ni siquiera Homero y gran su imaginación podrían saberlo, pero me atrevo a decir que también será un cuento.
Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera