Ver a la gente sacudirse, al escuchar su silbido, es una reacción que agrada a Jacobo Ortega, quien es de los pocos afiladores que aún subsisten en la región, afirmó que le da gusto que haya personas que consideran que atrae buena suerte, sin embargo, lamentó que su oficio esté a punto de desaparecer.

Jacobo tiene 27 años de edad, es el afilador más joven de la región, donde calculó que hay seis. Este oficio lo práctica desde hace 14 años, lo aprendió de su padre y éste de su abuelo, por lo que viene de generación en generación, pero reconoció que con él se acaba esta herencia, ya que aspira a que sus hijos logren un trabajo con mejor futuro.

“Conmigo es la última generación, porque para mis hijos ahorita el estudio es la prioridad. Ya somos muy poquitos y yo soy el único chavo, los otros son señores, en San Juan hay tres, pero no son de aquí, en Cadereyta y en Ezequiel nada más hay dos”.

Adaptó su bicicleta para poder trabajar, ya que no es algo que pueda comprar en algún lugar, es la segunda ocasión que construye su instrumento de trabajo, pues la primera se la robaron. Detalló que saca filo a cuchillos, tijeras y demás herramientas, sus principales clientes son restaurantes, aunque también estéticas y amas de casa.

Con esta actividad mantiene a su familia, pero ha sido complicado desde el inicio de la pandemia de Covid-19, ya que hay restaurantes cerrados por falta de trabajo, situación que experimenta tanto en San Juan del Río, como Tequisquiapan, Cadereyta y Ezequiel Montes, donde ya tiene clientes asiduos, espera que incremente la actividad para sus clientes, ya que esto también le beneficia.