Drogas, alcohol y actos vandálicos formaron parte de lo que se vivió hace 41 años en el marco del concierto de Johnny Winter en Pachuca, luego de que se había cancelado su presentación en la exHacienda de Temixco, en Morelos.
En aquella ocasión, recuerda Rudy Roldán, uno de los organizadores, fue contactado por su compadre, Javier Rojo, hijo del entonces gobernador de Hidalgo Jorge Rojo Lugo, así como por David Tame y una señorita de la que no recuerda su nombre. La idea, dijo, era trasladar el concierto de Johnny Winter a Hidalgo. Él se encargaría de todo.
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En entrevista con El Sol de Hidalgo, Roldán narra lo ocurrido el 13 de diciembre de 1980, así como en los días previos a la presentación del rockero.
La reunión para organizar el concierto, explica, se realizó en el restaurante Delmonico's, en el DF (uno de los más lujosos y preferidos de la clase empresarial y política de México en aquella época), en donde le explicaron toda la logística y le pidieron conseguir los permisos de la presidencia municipal de Pachuca, la Secretaría de Hacienda y la Dirección de Gobernación, misma que era presidida por Pedro Flores.
Aproximadamente 15 días después de conseguir los permisos, llegaron al Estadio Revolución Mexicana tráileres de gran capacidad, cargados con todo el equipo de audio y amplificadores para la presentación.
Desde días antes del concierto, recuerda, empezó a llegar gente del Estado de México, el Distrito Federal, Querétaro y Puebla. “Nunca había visto a esta gente hippie, ni tantas casas de campaña instaladas en las inmediaciones del estadio y en el pasto”.
Aun cuando el Estadio Revolución Mexicana tenía capacidad para ocho mil personas, lograron introducir a 30 mil, en las gradas y la zona de pasto, quienes pagaron 200 pesos por boleto.
Con una pequeña carcajada, explica, “trajimos seguridad de (la Ciudad de) México, con perros y toda la cosa, al último, los perros estaban escondidos debajo de las bancas todos espantados, de tanta gente y de todo lo que se veía, de tanta chela, mota, todo eso”.
Por supuesto que se trató de impedir que introdujeran alcohol y mariguana pero, debido a que las bardas del estadio tenían poca altura, “con lazos lograron introducir los pomos y todo lo que traían. En las puertas te revisaban, pero ellos metieron todo por arriba”.
“Se hizo tanto escándalo, con decirte que me habló el procurador del estado en ese momento, Alberto Chávez, quien me dijo: ‘¿Qué fiesta tienes ahí Rudy? Pues ya va ir el gobernador a ver’, a lo que respondí que se trataba de un concierto”.
“Me contó que subió junto con el gobernador al Cerro de Cubitos y desde ahí vieron todo lo que estaba pasando. Pensaron que eran fogatitas, pero cuál, era todo lo que se estaban fumando”.
EL CONCIERTO
Cerca de las ocho de la noche de aquel 13 de diciembre, dio inicio la tocada con el grupo Doisy, el cual era encabezado por la cantante Norma Valdés, interpretando acordes de Pat Benatar, Elvis Costelo y hasta de Janis Joplin.
Le siguió Armando Nava y sus Dug Dug’s, y el tercer grupo programado, Nahuatl, del cual el promotor no recuerda si tocó o no.
“Enseguida empezó a tocar Johnny Winter y la gente empezó a aventar latas de cerveza, y es ahí donde se armó un desgorre, pues una de ellas le pegó a sus músicos y la siguiente a Winter”, narra el promotor.
Por su parte, el músico Arturo Pliego, quien asistió al concierto, recuerda que “toda la banda gruesa de la Ciudad de México empezó a llegar y se originó un ambiente fuerte y a la hora del concierto todo estaba atascado, no se podía entrar, mucha gente se brincaba por las bardas. Adentro era todo un degenere, estaban drogados, tomados”.
De acuerdo con su memoria, Pliego asegura que el problema fue que Johnny Winter llegó tarde. Cuando salió al escenario, la gente ya estaba muy mal, “tocó una canción que se llama Popotitos, la cual no tenía nada que ver con la ocasión, y la gente se empezó a alocar y es cuando le aventaron una lata, pues esperaban ver otra cosa. Trató de recomponer la situación con la canción Johnny B.Good, pero ya la raza estaba aventando hasta piedras”.
“Una de las latas apenas le rozó y pegó a sus músicos y la otra debajo de su guitarra”, ¿En sus partes nobles? “Sí, yo nada más vi cómo se contrajo tantito y después desconectó su guitarra y se fue enojado”, narra Pliego.
Además, el sonido en el estadio no era bueno, ya que no se alcanzaban a escuchar bien las canciones que tocaban las bandas, lo que molestó a muchos de los asistentes, quienes también destrozaron parte del escenario.
Jesús Butrón, secretario general de la Sección 19 Hidalgo del SNTMRM, rememora que vivía en una vecindad de la calle Boca Negra, en la colonia Periodistas, desde donde vio todo lo que ocurrió el día del evento.
“Sirenas, patrullas, ambulancias y gente espantada, se veían ir y venir de un lado a otro, sin embargo, quiénes éramos jóvenes, no teníamos idea de la magnitud de lo que sucedía.
“De alguna manera queríamos ser parte de la historia, ver cómo era un concierto de un músico de esa calidad y es por eso que ahí andábamos viendo lo que ocurría”, detalla Butrón quien no pudo acudir porque “no todos teníamos al alcance del bolsillo 200 pesos”.
A pesar de los desmanes dentro de estadio, en las inmediaciones no se realizaron actos de vandalismo, “fue hasta la Volkswagen, en el Felipe Ángeles, en donde rompieron vidrios y empezaron a sacar los autos de la agencia, mismos que empujaron y dejaron abandonados sobre la calle”, recuerda Rudy Roldán.
A unos metros, de otra agencia sacaron un tractor y se lo llevaron empujando casi hasta la glorieta 24 horas (donde se encuentra el monumento a Miguel Hidalgo), y después siguieron caminando rumbo a la Ciudad de México, saqueando farmacias y tiendas que encontraban a su paso.
Ya en Tizayuca empezaron a agarrar camiones para regresar a sus destinos, a pesar de todo, en aquella ocasión no hubo detenidos.
De acuerdo con Roldán, a las 10 de la noche, poco antes de que saliera Johnny Winter al escenario, “llega Pedro Flores y otra persona que era el gerente de la Central de Autobuses, quienes me cuestionaron sobre cómo sacaríamos a tanta gente de la ciudad, ya que los autobuses en que llegaron se habían retirado a la Ciudad de México, de lo cual no teníamos ni idea”.