“¿Por qué te moriste?”, se lee en la primera línea de una carta escrita a máquina el 09 de octubre de 1993, por Natalia Solano. El remitente se llama Hugo, un viejo amigo suyo de la adolescencia, a quien conoció hace 15 años y quien murió joven de manera inesperada. Aunque ella en realidad no existe, la artista Paulina Zamora se ha encargado de darle vida a través del fotolibro: “Cuando muera quiero que me entierren en el siglo XX”, que ha ido robusteciendo con diversos materiales y documentos desde principios del año pasado.
Beneficiada en 2018 con el Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA), a través de este proyecto la autora narra la historia de una mujer del norte, cuya vida se desarrolla entre 1968 y 1999; vive sola, y decide asentarse de manera independiente en la Ciudad de México.
“¿Por qué escogiste esta periodicidad?”, le inquiere su interlocutora. “A mi me agobia mucho este siglo, siento mucho la presión social de que `tienes que ser alguien´, nunca puedes detenerte (…) Además de aquello de mantener una identidad digital, y la necesidad de estar atados al teléfono, tener que estar siempre actualizados. El tiempo tenía una dimensión más lenta en aquella época, es lo que me gusta del siglo xx; siento que fue de las más revolucionarias y tecnológicas en ciertos aspectos”.
Inspirada en el trabajo de artistas como Sophie Calle, Francesca Woodman, Daniela Franco y Lucía Berlín, Zamora explica que la mitad de este trabajo está hecho de hallazgos y evidencias fotográficas que ha conseguido tanto en su propio archivo como en tianguis, casas de conocidos y tiendas de antigüedades. El resto son imágenes de su autoría–tomadas con cámara de rollo o instantánea–, en las que aparecen principalmente espacios y diversos objetos que en la narrativa, abonan a la biografía e historia de Natalia.
-Pero, ¿por qué construir la historia de alguien empleando las fotografías de otras personas, incluyendo las propias?
"Autores como Joan Fontcuberta plantean que si estamos tan saturados de imágenes en la actualidad, ¿por qué no echar mano de ellas para construir nuevas narrativas?", responde, y argumenta, que esta idea logró conciliar sus inclinaciones por la fotografía y la literatura, y la motivó a crear un personaje ficticio a través de imágenes y material narrativo. Aunque en un principio el objetivo era presentar una biografía, la estructura del proyecto ha ido cambiando con el tiempo; por lo que ahora, en lugar de presentar una línea cronológica sobre la vida de Natalia, aborda su historia a través de cinco capítulos que juegan con los espacios y el tiempo.
El primero es una genealogía, y los siguientes son relatos ficticios, construidos con base en correspondencias, tickets, notas, objetos e incluso entrevistas reales con personas, cuyos testimonios abonan a la construcción de este personaje. Además, la autora ha viajado a los lugares que aparecen en los recuerdos de Natalia, para recrear con su cámara los escenarios de sus vivencias.
Aunque no reveló cuándo, Zamora asegura que este año dará a conocer su proyecto a través de una instalación artística, para lo cual trasladará el material de las páginas de este fotolibro, a los muros del espacio donde se realice.
Paulina Zamora estudió diseño gráfico y ha trabajado como redactora creativa en periódicos y medios digitales. Forma parte de la Plataforma DE Imágenes Contemporáneas (PICS) del Centro de la Imagen, y ha expuesto su trabajo en Querétaro y Ciudad de México.