Cerca del 16.5% de la población mexicana padece algún tipo de discapacidad, por si fuera poco, la pandemia de COVID-19 ha contribuido a aumentar este porcentaje. Además, se prevé que la necesidad de atención médica por discapacidad aumente en los años siguientes, por lo que resulta imprescindible ampliar y fortalecer el acceso a servicios de alta especialidad para personas con discapacidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la rehabilitación como un conjunto de intervenciones encaminadas a optimizar el funcionamiento y reducir la discapacidad en personas con afecciones de salud en la interacción con su entorno. Este mismo organismo destaca que la rehabilitación es un componente importante de la cobertura sanitaria universal y estima que más de la mitad de las personas de países de ingreso bajo a mediano no reciben los servicios de rehabilitación que necesitan, derivado de diversos factores como la falta de servicios de rehabilitación en zonas rurales, los gastos directos e indirectos de las terapias de rehabilitación, dificultad para el acceso a equipo médico, falta de profesionales especializados, falta de investigación y de tecnología de apoyo, entre otros.
La tecnología médica ha presentado avances significativos en los últimos años, tanto para los pacientes como para el personal de salud. La implementación de tecnología en hospitales y clínicas ha optimizado los procesos y recursos, mejorando la experiencia y atención del paciente. El diseño de sensores avanzados para detectar movimientos en tiempo real permite que los dispositivos y prótesis se adapten al paciente, la implementación de técnicas de control de interacción hombre-máquina aseguran salvaguardar la integridad física del paciente y el aprendizaje automático puede transformar la manera en cómo el dispositivo o prótesis se adapta al usuario, aprendiendo de su actividad particular para mejorar su funcionalidad. Sin embargo, este tipo de tecnología no está exenta de desafíos legales y éticos, y el reto es mantener la confidencialidad de los datos recabados y evitar los sesgos en los datos de entrenamiento; de esto deriva que la OMS ya haya emitido un informe que considera las normativas en relación con la IA en el ámbito de la salud.
Sin duda, la convergencia de la IA, el Big Data y la robótica promete ser revolucionaria para la transformación de los servicios y la tecnología médica. Solo la investigación en este campo permitirá identificar patrones y tendencias que mejoren los dispositivos para terapias de rehabilitación y el diseño de prótesis inteligentes.
*Profesora – Investigadora Universidad Anáhuac Querétaro