La robótica ha tenido un gran impacto en la industria. Facilita la estandarización al aumentar la repetibilidad en los procesos; además los robots realizan las tareas pesadas y peligrosas reduciendo así los riesgos laborales.
Pero no nos engañemos. Los robots industriales siguen siendo máquinas que solo siguen instrucciones. Sin los sensores adecuados, no son capaces de identificar obstáculos y repetirán sus movimientos sin importar la presencia de cajas, paredes o seres humanos en su camino. Debido a esto se les mantiene enjaulados o detrás de cortinas de seguridad con la única intención de separarlos de los humanos. Además, las implementaciones en industrias tradicionales son relativamente rígidas, compuestas de líneas de producción estáticas difíciles de modificar.
En cambio, la robótica colaborativa, también conocida como “cobótica” pone al humano al centro del proceso liberándole para dedicarse a otro tipo de tareas. En general, los cobots son más ligeros, más lentos y han sido diseñados específicamente para compartir su espacio con las personas. En su conjunto, son considerados seguros siempre y cuando las operaciones que realicen también lo sean. Mientras esto sea cierto, pueden ser liberados de sus jaulas con muy bajo riesgo.
Además, los cobots son muy atractivos para empresas de talla mediana pues su programación es bastante intuitiva, esto les permite entrar rápidamente en operación en una o varias estaciones de trabajo, ofreciendo así un rápido retorno de la inversión.
Es por ello que el valor global de la industria de la robótica colaborativa representó 2 MMDD en el 2022, cerca del 7% del mercado y se espera que crezca hasta 9 MMDD en el 2024. Un espeluznante crecimiento sostenido de 7 veces la media de los robots industriales tradicionales.
La promesa de una colaboración humano-robot integrada, accesible y segura continuará revolucionando la industria en formas aún inimaginables. ¿Estamos listos para el futuro?
*Profesor en el Departamento de Mecatrónica; Tecnológico de Monterrey en Querétaro