Poco más de dos décadas le bastaron al escocés John Shepherd-Barron para fabricar el primer cajero automático en Europa.
Comercializado por la firma británica De La Rue, fue instalado el 27 de junio de 1967 en una sucursal del Banco Barclays en Londres.
Pese a la invención de Shepherd-Barron, las personas debían acudir a las entidades bancarias para recoger cheques con valor de 10 libras que eran descontadas de su cuenta. Una vez depositado el cheque en el cajero, éste procedía a efectuar el pago con dinero en efectivo. Con el paso de los años, los cajeros automáticos fueron evolucionando.
De acuerdo al Banco Mundial, el país que más cajeros automáticos tiene es Brasil, con unos 160 mil seguido de Japón con casi 105 mil.
En 1971 la empresa estadunidense Docutel introdujo la versión totalmente automática, como la conocemos hoy en día, con un sistema de tarjetas plásticas con código magnético.
Hoy en día los cajeros automáticos se han extendido por todo el mundo en donde no solo proveen de dinero en efectivo, sino que también se pueden realizar depósitos, transferencias y pago de cuentas.