La aerolínea Brussels Airlines, filial del grupo alemán Lufthansa, planea suprimir un 25% de sus efectivos, unos mil puestos de trabajo, para garantizar la continuidad de sus operaciones impactadas por la pandemia, anunció este martes en un comunicado.
"Esta crisis sin precedentes agravó nuestra situación financiera, obligándonos a tomar importantes e indispensables medidas", dijo su presidente ejecutivo, Dieter Vranckx, para quien "la reestructuración es necesaria y urgente para sobrevivir a la crisis".
Tras un consejo de empresa extraordinario, la aerolínea belga propone reducir su flota de aviones de 54 a 38 para "optimizar la rentabilidad de las líneas", así como reducir en un 25% sus más de 4 mil trabajadores actuales.
La primera ministra belga, Sophie Wilmès, lamentó un "anuncio difícil" para el personal, mientras que Didier Lebbe, del sindicato CNE, aseguró a la RTBF que no darán "un cheque en blanco" a la dirección que quiere negociar con los actores sociales.
Con este plan de reestructuración, la empresa prevé que "podrá desarrollarse de manera rentable tan pronto como la demanda en el sector del transporte aéreo vuelva a la normalidad, lo que se espera a partir de 2023", precisa el comunicado.
Brussels Airlines, que espera el apoyo de Lufthansa y del gobierno belga, estima en un millón de euros diarios sus pérdidas por la suspensión temporal de todos sus vuelos desde el 21 de marzo, vinculadas al mantenimiento de sus aeronaves.
Lufthansa, cuyo patrón estimo recientemente que contaba con 10 mil trabajadores de más a causa de la crisis, negocia actualmente con el gobierno belga una eventual ayuda de Estado de 290 millones de euros, según la prensa belga.
Bélgica espera primer "una señal clara" del gigante alemán sobre el futuro de su filial belga, afirmó este martes el ministro de Finanzas, Alexander De Croo, quien pidió un "plan a futuro creíble" y no un "simple escenario de liquidación".
En paralelo, Lufthansa negocia con el gobierno alemán la concesión de una ayuda superior a los mil millones de euros, a cambio de un retorno del Estado al capital de su antigua compañía pública tras más de 20 años de ausencia.
La primera compañía belga del sector aéreo sucedió en 2002 a la histórica Sabena, que se declaró en quiebra el año anterior. En 2008, Lufthansa entró en su capital y, desde 2017, la Deutsche Lufthansa AG detenta el 10% del capital de la SN Airholding belga.