A los 12 años, Daniel notó unos pequeños puntos en los dedos de sus manos. Eran unas manchitas blanquecinas que desencajaban con el color de su piel. Al principio, no les tomó importancia, pensó que era algo temporal, pero tras semanas vio que dichos puntos crecían y se extendían por sus dedos, fue entonces cuando dio aviso a sus papás. Los tres acudieron a médico y este les confirmó que aquellos puntos era el principio de vitiligo.
Oscar Daniel Gascón Mejía es un estudiante de medicina, tiene 21 años y desde hace casi una década padece de vitíligo. Cuenta que enterarse de esta enfermedad fue muy complicado para él y su familia, pues todos desconocían de ella, de qué se trataba, si había cura e inclusive a que especialista de la medicina se tenía que acudir.
“Al principio fue difícil porque no sabes qué es, te saca de onda, solamente te empieza a salir unas manchitas en la piel, pero no sabes qué es. Yo empecé a notar primero unas manchas anormales en mis dedos, primero fue en esa parte. Eran unas manchitas, puntitos blancos que no iban acorde al resto de mi piel”, comentó.
Menciona que al paso del tiempo esos puntos blancos en los dedos crecieron hasta cubrir toda esta área de sus manos. Después, las manchas aparecieron en sus muñecas, barbilla, por debajo de la nariz, alrededor de la boca, pasaron a los codos y finalmente se dejaron ver en los pies.
Ante la situación, dice que fueron varios los especialistas médicos que visitó para buscar soluciones ante el avance del vitiligo. Todos los personajes que a los que acudieron tuvieron tratamientos muy diversos desde la medicina tradicional, hasta alternativas naturales. Sin embargo, señala, ninguno de estos propiciaba una mejoría.
Al paso de los años desistió en encontrar un tratamiento. También cuenta que su estilo de vida cambió pues su alimentación fue más balanceada y su rutina de ejercicio más frecuente. Afirma que el vitiligo no solamente tiene un impacto a nivel corporal, sino también emocional, pues esas manchas en la piel generan inseguridad, propician a que quien las tiene quiera esconderlas.
Expresa que fue difícil aceptar que padecía esta enfermedad, pues le generó un cambio drástico en su aspecto físico. Reconoce que todos los especialistas que visitó fue precisamente para encontrar una cura, pero al no haberla decidió aceptar el vitíligo y aceptarse a sí mismo.
¿Cómo ataca?
Es una enfermedad idiopática de origen desconocido que se caracteriza por una despigmentación en la piel. En este padecimiento se van degradando los melanocitos, que son las células encargadas de producir la melanina que la proteína encargada de dar color al cabello y la piel, señala el médico Braulio Sebastián Cancino Chávez.
Dice que el disfuncionamiento de dichas células hasta hoy es desconocido, aunque existen algunas teorías, ninguna de estas ha sido comprobada al cien por ciento, por lo cual el origen del vitiligo aún es incierto.
“El vitiligo se da especialmente entre la niñez y la juventud. La edad promedio en que se desarrolla es a los 20 años. No es necesariamente que un familiar nuestro anteriormente haya tenido este padecimiento (…), es decir no es congénito”, detalla.
Precisa que no existen tratamientos para erradicar esta enfermedad, sino únicamente para controlarla, es decir, algunas medidas buscan frenar la rapidez en la que propaga el vitiligo por el cuerpo. Indica que algunos de los tratamientos son tópicos, orales, de fototerapia y quirúrgicos.
Advirtió que si bien son tratamientos que ayudan al paciente, se debe de tener precaución porque si se excede con alguno de ellos puede acarrear consecuencias a la salud. Añadió que, si bien el tratamiento médico es importante, también es fundamental contar con un soporte emocional que acompañe al paciente en el proceso.