Si te has preguntado por qué a pesar de comer menos no bajas de peso, la respuesta está en tus hábitos alimenticios, la composición de la dieta y otros factores, te decimos cuáles.
En la actualidad, expertos en salud se han percatado que la sociedad moderna se preocupa más por la apariencia y la salud, el consumo de grasas ha descendido, mientras que los carbohidratos han ascendido en la dieta diaria. El dilema es que se consume menos grasa pero el número en la báscula, aumenta.
Empecemos hablando de las elecciones a la hora del desayuno, optar por alimentos azucarados para iniciar el día puede desencadenar circunstancias que van en contra de tus esfuerzos por estar en forma.
Investigaciones recientes sugieren que el proceso de quema de grasa no ocurre eficientemente cuando los niveles de azúcar están elevados. Consumir alimentos ricos en glucosa de manera continua mantiene este escenario, impidiendo que nuestro cuerpo use la grasa almacenada como fuente de energía.
Otro factor clave, es la presencia constante de carbohidratos en las comidas; al ingerir carbohidratos, especialmente a través de azúcares, nuestro cuerpo convierte el exceso en glucógeno, almacenándolo para su uso posterior. Sin embargo, cuando nuestros depósitos de azúcar están llenos, este excedente se convierte en grasa, contribuyendo al aumento de peso.
Por eso, es importante aumentar el consumo de grasas y proteínas, ya que son una fuente de energía más sostenible, ayudando a evitar que el exceso de carbohidratos se convierta en grasa almacenada.
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Otra cuestión que hace engordar, es cenar tarde y dormir poco, pues la falta de sueño afecta negativamente a nuestros ritmos circadianos y puede provocar cambios en los niveles de hormonas que regulan el apetito.