De acuerdo a una investigación de la Universidad de Cornell, de Nueva York, encontraron evidencia de una variación genética en las poblaciones con una historia de una dieta basada en plantas.
Al parecer se desarrolló durante cientos de generaciones, permitiendo que las poblaciones vegetarianas procesaran de manera más eficiente los ácidos grasos omega-3 y omega-6, convirtiéndolos en compuestos que ayudan en el desarrollo del cerebro.
Los investigadores encontraron otra variación: en las poblaciones Inuit de Groenlandia, cuya dieta se basa principalmente en mariscos, no tenían los mimos bloques de construcción en su ADN en comparación con comunidades similares que eran en gran parte vegetarianas, lo que sugiere que durante varias generaciones, nuestros cuerpos se adaptan a los tipos de alimentos que comemos.
El estudio publicado en el diario Molecular Biology and Evolution, explica que podría haber efectos secundarios no deseados: mientras que el alelo ayuda a los vegetarianos más rápidamente a metabolizar los ácidos grasos en el interior del cuerpo, también hay un gran riesgo de la creación de ácidos inflamatorios relacionados con la enfermedad cardíaca y el cáncer de colon, especialmente en combinación con aceites vegetales.
Así que si eres vegetariano, se recomienda consumir aceites vegetales que son bajos en ácidos grasos omega-6 y ácido linoleico como el aceite de oliva.