Para reemplazar un riñón enfermo por un riñón sano de un donante puede provenir de un donante de órganos fallecido o de un donante vivo y normalmente recibe solo un riñón, aunque en algunas situaciones puede recibir los dos.
Contrario a lo que se pensaría, el órgano enfermo que apenas está funcionando, no es extirpado, lo dejan en su lugar y el sano es colocado en un lugar diferente del riñón original, generalmente en la fosa ilíaca derecha, mejor conocida como la pelvis.
La arteria renal, previamente ramificada de la aorta abdominal en el donante, es conectada con la arteria ilíaca interna o hipogástrica y la vena renal, que drenaba a la vena cava inferior en el donante, es conectada con la vena ilíaca externa.
El riñón del donante se colocará en el abdomen. Se implantará un riñón de donante izquierdo en su lado derecho; o se implantará un riñón de donante derecho en su lado izquierdo. Esto permite acceder fácilmente al uréter para conectarlo a la vejiga.
El 15% de los trasplantes del riñón son de donantes vivos, el otro 85% son de donantes fallecidos.
Un riñón de un donante vivo puede comenzar a producir orina de inmediato, sin embargo la producción de orina en un riñón de cadáver puede llevar más tiempo. También es posible que deba continuar con la diálisis hasta que la producción de orina sea normal.