Calvin Coolidge, el trigésimo presidente de los Estados Unidos fue conocido por ser un hombre de pocas palabras y de trato difícil con los demás debido a su peculiar y reservada forma de ser.
A pesar de esta reservada forma de ser y proceder, al señor Coolidge se le atribuye, junto a su esposa Grace Goodhue, una curiosa anécdota (más leyenda que historia) que dos décadas después sirvió para dar nombre a un curioso fenómeno. El “efecto Coolidge”
El término llamado “efecto Coolidge”. Se refiere al comportamiento que tienen los mamíferos machos y los hombres después de tener relaciones sexuales, en donde la recuperación es más rápida si existe una nueva pareja con la cual pueden aparearse.
La historia cuenta que en una visita oficial que hicieron los Coolidge a una granja experimental de gallinas y les mostraban por separado las diferentes áreas de aquellas instalaciones. En una de esas salas se encontraban varios gallos manteniendo relaciones sexuales sin parar, algo que llamó la atención de la señora Coolidge quien preguntó al encargado si el gallo se apareaba con mucha frecuencia. El encargado le explicó que lo hacía decenas de veces al día. Sorprendida por la respuesta, la Primera Dama dijo:
«Cuénteselo al presidente cuando pase por aquí»
Cuando llegó el turno de Calvin Coolidge de pasar por aquella sala y tras explicarle la frecuencia con la que los gallos se apareaban, el presidente preguntó si esa docena de veces lo hacían con la misma gallina todo el rato y la respuesta de la persona que le estaba atendiendo fue que evidentemente no, que lo hacía con diferentes gallinas, a lo que Coolidge dijo categóricamente:
«Pues entonces cuénteselo a la primera Dama»
Evidentemente no hay constancia alguna de la veracidad de esta anécdota que más bien puede tratarse de un chiste que surgió a raíz del carácter reservado, áspero y taciturno del presidente y sobre todo a su profunda religiosidad.