Una de las principales actividades que se deben considerar durante los primeros dos años de edad y fortalecerse hasta los cuatro, es la movilidad en los menores sobre todo con acciones de motricidad, tanto la fina como la gruesa para mejorar coordinación.
María del Carmen Montes, pediatra y psicóloga especialista en niños señaló que, es en la primera infancia cuando se desarrolla este aspecto, primero para controlar los movimientos del cuerpo a través de competencias, botar el balón, jugar con ambas manos e inducir a “gatear”, aunado al estiramiento de las articulaciones.
Detalló que, luego el trabajo de manipular materiales suaves y ásperos, a aprender a recortar papel, plastilina, masa, a distinguir algunos objetos aun con los ojos cerrados y que, para ello es indispensable que exista la Educación Inicial en donde se pueda trabajar con los padres de familia.
“Es tan importante la motricidad dentro de la primera infancia que sirve para toda la vida, son procesos que mueven los músculos y que mandan señales al cerebro para la coordinación de manos, piernas y dedos de las manos, se trabaja en el preescolar, pero se deben estimular en los niños con actividades desde pequeños”.
La especialista dijo que, si esta etapa no se trabaja debidamente, hay complicaciones en las clases de educación física cuando llegan al kínder, y que desgraciadamente, este aspecto quedó en segundo plano durante la pandemia por Covid-19 porque no se podían hacer actividades al aire libre.
“Por eso ahora vemos niños que van a entrar a la primaria y que se les complica correr, aplaudir y mover los pies al mismo tiempo, y eso fue porque la mayoría se la pasaba viendo tele o celular y no se ocupaban de estas cosas”.
NIÑO HÉCTOR
Luciana Monroy, mamá de Héctor Cruz, un menor de San Juan del Río, dijo que a ella le ayudó mucho a acudir con su hijo desde los 8 meses a la estimulación temprana con una especialista, sobre todo al detectar que le costaban hacer algunos movimientos con su bebé, y que fue gracias a mejorar la motricidad que logró avanzar.
Comentó que después de su embarazo tuvo depresión posparto, y que ella presiente que esto lo transmitió a su hijo, razón por la que optó por buscar ayuda y en una sala tipo ludoteca Héctor comenzó a desarrollarse e interactuar más con las personas porque también le costaba relacionarse.
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“Me dijeron que todo se relacionaba, así que de mi parte busqué a una psicóloga, y con mi hijo trabajamos ejercicios que incluso me ayudaron a conectar más con él durante sus primeros meses, y ahorita que va a entrar al kínder es un niño mucho más despierto y activo”.
